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martes, 26 de mayo de 2020

¿CON QUIÉNES SE CASARON LOS HIJOS DE ADÁN?

A primera vista, la esposa de Caín presenta un problema de lógica para la Biblia. Si Dios creó solamente a Adán y a Eva, ¿con quién se casó su hijo? Sin embargo, el problema no es tan grande cuando recordamos dos cosas:

Primero: La Biblia es un texto primordialmente enunciativo y no taxativo. Recordemos estas palabras.
¿Qué quieren decir? Que la Biblia no cuenta todo lo ocurrido, y que el hecho de que algo no sea contado en la Biblia no significa que no ocurrió o que la contradice.

Un ejemplo claro de esto es cuando se nos dice que fue imposible contar todas las historias de lo que hizo Jesús: «Por cierto, Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos las cuales no están escritas en este libro.» (Jn. 20:30, RVA-2015)

Otro ejemplo es el hecho de que no se prohíben explícitamente las drogas en la Biblia, y eso no significa que estén aprobadas. Otro ejemplo más son determinadas manifestaciones que hoy se le atribuyen al Espíritu Santo, y que algunos niegan porque no están en la Biblia…

Repito: que algo no se mencione en la Biblia no quiere decir que la Biblia niega que haya ocurrido o que no exista, ni quiere decir que por existir esto contradiga a la Biblia. (Si la contradice no depende de que la Biblia lo mencione o no. Por ejemplo, algo puede ser malo sólo por violar los principios o los mandamientos bíblicos, aunque no esté expresamente prohibido en ningún versículo.)

Segunda cosa a tener en cuenta: entre una escena y la siguiente de la Biblia pueden haber pasado muchos años, y eso es muy común en todos los libros de historia antigua. En ellos, no necesariamente se respeta una cronología exacta, sino que se nos cuenta sólo lo más importante.

Teniendo estas dos ideas en mente, es más fácil entender que entre el nacimiento de Caín y Abel (en Gn. 4:1-2), y el casamiento de Caín (Gn. 4:17) pudieron haber pasado muchísimos años. 

Hay que recordar también que cuando la Biblia nos cuenta las edades de sus primeros protagonistas, es común que se diga que ellos vivieron varios siglos. Ahora, ¿cómo puede ser eso posible? Bueno, no es tan difícil tampoco considerando que Adán y Eva nacieron en un mundo perfecto y eran genéticamente perfectos. 

En Génesis 3:20 leemos que Eva es llamada «la madre de todo ser viviente», por lo tanto pudo tener muchísimos otros hijos e hijas. De hecho, en Gn. 5:4 se afirma que «Los años que vivió Adán después de engendrar a Set fueron ochocientos, y engendró hijos e hijas.».

El último problema que esta cuestión nos deja es que Caín entonces se tuvo que haber casado con una hermana, una sobrina, o la nieta de algún hermano… Pero, la prohibición del «incesto» (relaciones sexuales entre familiares), recién fue dada a Moisés muchos siglos después.

REFERENCIAS:
- Lucas Leys. 101 Preguntas Difíciles 101 Respuestas Directas. Pág. 17 Editorial Vida. Miami, Florida, 2011. ISBN: 978-0-8297-5737-8.
- Todas las referencias bíblicas se basaron en la versión Reina Valera Actualizada,(RVA-2015) disponible online en el sitio web Biblegateway

martes, 19 de mayo de 2020

ID Y PREDICAD EL EVANGELIO A TODA CRIATURA “EN TIEMPOS DE CUARENTENA”

"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura." Mr. 16:15 (RVR 1960).

Antes de avanzar definiremos “Evangelio”, una palabra que llama inevitablemente a la acción y que es conocida por todos los que hemos conocido a Dios en las distintas formas en las que Él puede manifestarse al hombre.

Evangelio: viene del griego “euangelion” que significa buenas nuevas1. Es usado más de 75 veces en el Nuevo Testamento, por lo que su uso es mayoritariamente asociado al cristianismo y su difusión de las buenas nuevas de que Dios en Jesucristo ha cumplido sus promesas para con Israel, y se ha abierto un camino de salvación para todos los hombres.

Conociendo entonces esta definición no queda otra visión que manifestar que es un mensaje con un contenido sublime y que, de forma imperante, debe ser difundido por quienes son portadores de Él hacia aquellos que necesitan escucharlo.

Es así como Dios ha tomado distintos medios a través de los tiempos para la difusión de su mensaje eterno, como indica el texto citado en el inicio donde Jesús encomienda a sus discípulos a llevar este evangelio a toda criatura y difundirlo hasta lo último de la tierra, como lo indica en otra oportunidad.
"Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin." Mt. 24:14. (RVR 1960).
Es necesario que sea difundido y para ello como decía inicialmente, Dios se toma de lo que ha preparado. Un claro ejemplo de ello es como Dios se hizo del apóstol Pablo, un fiero perseguidor de la iglesia, quien al ojo incluso de los gentiles, nunca hubiese tenido quizá la oportunidad de ser uno de los seguidores de Cristo. Dios lo toma de manera radical transformando su vida de un momento a otro y sorprendiéndole tanto a él como a los mismos apóstoles y seguidores de Cristo en ese minuto (Hch. 9:1-22).

Pablo, un fariseo formado a los pies de uno de los grandes eruditos judíos de aquel tiempo (Gamaliel), tenía una prominente estatura y respeto ante todos los grandes judíos de aquellos tiempos, además de respetada transigencia en toda su vida como defensor de la ley de Dios y sus principios (Hch. 22:1-5). Es a este varón, distinto a cualquiera de los apóstoles y/o seguidor de Cristo para aquel tiempo, a quien Dios toma como portador del evangelio, pero no solo como el gran enseñador que nosotros conocemos lleno de sabiduría, sino como un mensajero en aquellos lugares donde difícilmente podrían llegar todos sus hermanos en aquel momento, a la presencia de reyes (Hch. 26:1-32), ante emperadores (Hch. 25:1-27) y así donde le fue encomendado o enviado por persecución obedeció al mandamiento de llevar este evangelio del reino.

En este tiempo y bajo las circunstancias en que nos encontramos, nuestros medios comúnmente usados no están al alcance o disponibles para llevar el mensaje de salvación (como lo son la predicación en la calle, cárceles, en los colegios, universidades, trabajos (algunos) u otro medio en el cual Dios ha abierto puertas por el cual predicar su evangelio). Probablemente esto nos esté llevando a sufrir internamente y sentirnos impotentes ante la ausencia de esta labor tan común para nosotros.

Bajo esta premisa nos preguntamos, ¿Cómo predicamos ahora? 
Quizá no podemos compararnos con Pablo u otro apóstol seguidor de Cristo, pero en este tiempo Dios ha levantado medios y muy útiles, por medio de los cuales se puede alzar con fuerza la voz del evangelio, quizá no ante autoridades de gobierno o locales, como pudo hacerlo el Apóstol (aunque si nos propusiéramos Dios es poderoso para abrir puertas), pero si podemos llegar a todo el mundo por medios como redes sociales, servicios online disponibles para todo público, plataformas dotadas de herramientas muy útiles para la realización de estudios u otros, difusión de alabanzas por redes e imágenes con alto contenido evangelístico, etc. Pero tristemente, en muchos y quizá la mayoría de los casos, no está ocurriendo. Si Dios ha dispuesto y quiere echar mano de estos medios en el tiempo actual, ¿porque no usarlos?, ¿porque no sacar el mayor provecho posible de ellos y hacer conexión con aquellos que no conocen a Cristo? Pudiendo ver en nosotros un verdadero hijo de Dios y un mensaje claro de la verdad de Cristo.

Se habla mucho en la actualidad de que las redes sociales son el libro abierto de nuestra esencia, carácter y forma de vida, entonces ¿porque no hay allí mayoritariamente un contenido que muestre nuestra esencia de Cristo, nuestro carácter, como el de Cristo y nuestra forma de vida como cristiano que soy? Como indicaba, somos por medio de estas redes un libro leído o carta leída como lo expresa  Pablo a los Corintios:
"Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.  Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios" 2 Co. 3:2-4. (RVR 1960).

El sentirse alcanzado por la verdad de la palabra de Dios no nos hace inferiores al resto de los cristianos, sino que al contrario, muestra que nuestra conciencia está actuando y el Espíritu Santo quiere hacer su obra en nosotros. Pablo manifestó que la lucha contra esta carne es constante y dura (lo hablamos en el artículo "No somos invencibles", que si deseas leer puedes hacer click AQUÍ), por lo que esa lucha puede estar sucediéndose en su corazón en este momento, la lucha entre el espíritu apresto a obedecer al llamado de Dios y la carne y sus deseos de gloria y reconocimiento. Aun con esa lucha diaria, Pablo expresó una de las frases más reconocidas y que hoy usamos como arma de lucha en nuestras congregaciones, por lo que nosotros de igual manera debiéramos hacernos de esta convicción y levantar bandera en este tiempo.
"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego." Ro 1:16 (RVR 1960).
Esta frase representa la entereza de Pablo en su necesidad de difundir el evangelio y la necesidad de transmitir este mensaje tan poderoso como hermoso a todos los que puedan escucharlo. Si Dios se ha revelado a nuestras vidas, ¿por qué negar este maravilloso don a otros que pudiesen ser alcanzados por él? Sobre todo en este tiempo de miedo e incertidumbre en que muchas familias y personas en particular están siendo destruidas por el enemigo a través de los medios que Él ha dispuesto, un mensaje como este puede ser el bálsamo necesario y la cura a esas almas tristes y heridas que necesitan de Cristo, que es el único que puede dar alivio y sanidad.
"Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo (...) y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz." Ef 6:11 y 15. (RVR 1960).


REFERENCIAS 
1. Definición de Evangelio, Diccionarios bíblicos “Certeza” y “Nelson” 
2. Lectura de apoyo, Sermón N° 34 “Predicar el Evangelio” por Charles Haddon Spurgeon. 
Todas las referencias bíblicas han sido tomadas de la versión Reina Valera 1960, consultadas online en la página web https://www.biblegateway.com

domingo, 17 de mayo de 2020

SERIE: MIRANDO LOS ÚLTIMOS TIEMPOS. TEMA 2: "EL TRIBUNAL DE CRISTO"

TEMA 2.- EL TRIBUNAL DE CRISTO
(PARTE 1/3) 

Colaboración de Editor Invitado: 
Julio Matus I.

lunes, 11 de mayo de 2020

RESUMEN DEL LIBRO “EL PROGRESO DEL PEREGRINO”

Como bien saben quiénes nos siguen desde el inicio de este proyecto, y como también indica el nombre de nuestro blog “El Peregrino”, el nombre radica en una de las más grandes obras literarias de todos los tiempos, no solo dentro de la literatura cristiana, sino incluyendo también toda la literatura secular.

domingo, 10 de mayo de 2020

SERIE: MIRANDO LOS ÚLTIMOS TIEMPOS. TEMA 1: "EL ARREBATAMIENTO" (3/3)

TEMA 1.- EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA 
(PARTE 3/3) 

Colaboración de Editor Invitado: Julio Matus I.


sábado, 9 de mayo de 2020

SERIE: MIRANDO LOS ÚLTIMOS TIEMPOS. TEMA 1: "EL ARREBATAMIENTO" (2/3)

TEMA 1.- EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA 
(PARTE 2/3

Colaboración de Editor Invitado: Julio Matus I.


viernes, 8 de mayo de 2020

SERIE: MIRANDO LOS ÚLTIMOS TIEMPOS. TEMA 1: "EL ARREBATAMIENTO" (1/1|)

TEMA 1.- EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA 
(PARTE 1/3)

Colaboración de Editor Invitado: Julio Matus I.


miércoles, 6 de mayo de 2020

NO SOMOS INVENCIBLES

"Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga." 1 Co 10:12 (RVR 1960).

El cristiano es dado, en algunos casos, a creerse incorruptible y muchas veces se presenta como ejemplo de buena moral y buenas costumbres (cosa que puede ser verídica). Pero en muchos casos, la esencia de tal cristiano es presa de sus palabras o del enemigo, que bien como lo manifiesta Pedro, anda como león rugiente buscando a quien devorar; esto los hace susceptibles a la falta y al pecado. Por ello el apóstol Pablo, conociendo que podemos ser víctimas de nuestro pecado, manifiesta según su propia condición: miserable de mi, porque estamos propensos a diario a ser dominados por este cuerpo de muerte.

"Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" Ro. 7:15-24 (RVR 1960).

Los versículos anteriores expresan fielmente el pensamiento de Pablo, ya que sabía que su cuerpo -esta carne de muerte e inclinada al mal-, le era contraria a su servidumbre al Dios que bien había conocido. Sabemos a la luz de las Escrituras, que este varón fue testigo de muchos sucesos antes de su conversión y principalmente, testigo de la presencia del mismo Jesucristo mismo en su conversión.
Había en él una convicción que no le detenía ante ningún incrédulo, rey, o poder humano, sino que lo motivaba a llevar esta verdad donde fuera necesario. Pues bien, a pesar de todo lo que se expone de su persona, reconoce un enemigo intransigente y poderoso, como lo es su propia carne y que no le permitía hacer el bien como su corazón mismo lo quería: esta esencia natural del hombre lo hacía proclive al mal. Por ello, debemos preocuparnos y ocuparnos más bien de nuestra condición a diario. No podemos pensar en que somos invencibles o incorruptibles y que podemos mantenernos estoicos ante la inminente presencia del pecado en nuestras vidas, el mismo apóstol hace una declaración clara respecto a esto:
"Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor" Flp 2:12 (RVR 1960).
Cuando menciona “ocupaos”, se refiere a que debo estar ejercitándome en mantener, cuidar y proteger la salvación. Muchas veces confundimos el preocuparnos con el ocuparnos: el preocuparme no genera en nosotros nada mas que solo un pensamiento o a lo más una reflexión con respecto a nuestra condición, pero el ocuparnos nos lleva a la acción a tomar una decisión respecto a mi condición, que si estoy bien, me ocupo en mantener mi estado (y mejorar) y que si estoy mal me ocupe en mejorar cambiar esa condición de falta y pecado que me aleja de la presencia de Dios.

Es por ello que debemos ser humildes con respecto a nuestra condición, porque estamos propensos a caer y si somos testigos de alguna falta en algún hermano de nuestra congregación, no nos hagamos jueces sino como nos indica la palabra de Dios, seamos sabios en aconsejar y prontos en ayudar en la restauración de aquel hermano que también tiene una oportunidad.

Pablo nos deja muchos ejemplos de cómo poder acercarnos a Dios, de palpar su presencia e incluso de cómo se sufre este evangelio; todas ellas con un objetivo final y esperanzador en que él siempre se afianzó en su caminar. A pesar de todo lo bueno o malo que tuvo que vivir a causa del evangelio, esta esperanza es traducida en una de sus cartas en la que manifiesta la más rica esperanza que tuvo en su peregrinaje: el poder estar frente a su Hacedor y obtener el regalo más grande y eterno de parte del Creador: LA CORONA DE VIDA. Ésta debe ser nuestra convicción: una que nos invite a buscar cada día le presencia de Dios en nuestras vidas y a mantener un estado de búsqueda del Espíritu Santo, para que un día podamos escuchar las palabras que el mismo apóstol esperaba en su corazón:

"Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida." 2 Ti 4:6-8 (RVR 1960).

Que estas palabras infundan en nosotros la misma esperanza que mantuvo Pablo, y nos conmueva en este tiempo que vivimos para acercarnos a con más dicha y esperanza al trono de la gracia. 

Que Dios nos bendiga hoy y siempre. 
Amén y Amén.




REFERENCIAS:

- Todas las referencias bíblicas han sido tomadas de la versión Reina Valera 1960, consultadas online en la página web https://www.biblegateway.com

lunes, 4 de mayo de 2020

ORGULLO: EL PRIMER PECADO

“Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.” 
Ester 6:7-9 (RVR1960)

El libro de Ester nos cuenta, en breves capítulos, parte de la historia del pueblo judío que se encontraba en cautividad bajo el dominio de los persas. Relatando desde un comienzo la grandeza del Reino de Media y Persia; cuyo rey, Asuero (Jerjes) -sucesor de Darío-, una vez establecido en el trono, dio muestra de su grandeza y poder por medio de un banquete que duró ciento ochenta y siete días.

La soberanía de Asuero se extendía desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias, lo que hoy sería Irán, Irak, Turkmenistán, Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Rusia, Chipre, Siria, Líbano, Israel, Palestina, Grecia, Egipto, Libia, Bulgaria, Pakistán, Sudán. Dejando en evidencia lo vasto que era el territorio que dominaba.
En medio de ese contexto, y al amparo de ese gran imperio, es que continúa la historia del pueblo de Dios, ocurriendo el cuarto gran acontecimiento narrado en este libro, después del nombramiento de Ester como reina, cuando Amán es engrandecido en medio de los príncipes.

“Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él. Y todos los siervos del rey que estaban a la puerta del rey se arrodillaban y se inclinaban ante Amán, porque así lo había mandado el rey…” Ester 3:1-2 (RVR 1960)

Y es en este personaje, que nos muestra la historia bíblica, en quien se centra la meditación de este artículo.

En medio de un gran reino ser el segundo después del rey no es una mala posición social, jerárquica, etc., excepto para una persona que es constantemente dominada por su amor propio (como algunos denominan), o el orgullo como nos revela la Palabra de Dios.

Este hombre, no contento con la honra que había recibido del rey, centró toda su atención en la única persona que traspasaba lo dictaminado: Mardoqueo, un hombre judío cuya importancia dentro de la corte real era insignificante, a no ser por su parentesco con la reina, quien:

“ni se arrodillaba ni se humillaba.” Ester 3:5 (RVR 1960)

La actitud de este último llenó de ira a Amán que, no contento con procurar la muerte de Mardoqueo, elaboró un plan para exterminar a todo el pueblo judío poniendo todo su empeño en llevarlo a cabo.

“Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir. Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey.” Ester 3:8-9 (RVR1960)

La medida tomada por Amán no concuerda, en magnitud ni relevancia, con la falta cometida por Mardoqueo. Pero, si miramos el corazón de Amán, nos podremos dar cuenta que su propuesta refleja lo elevado de su orgullo.

Clive Staples Lewis en su destacado libro "Cristianismo... ¡y nada más!" nos habla acerca del orgullo como:

“un vicio del cual nadie en el mundo se halla libre; uno que todo el mundo critica cuando lo ve en los demás; uno del cual casi nadie, excepto los cristianos, se cree culpable…Y mientras más la tenemos en nosotros, más nos disgusta verla en otros…El vicio esencial, la maldad extrema, es el orgullo” (Lewis, 1977)

Este vicio se contrapone y enfrenta en una lucha hasta la muerte con la humildad, no se somete ni sujeta a nada que no sea su propia voluntad y ningún logro será suficiente para que permanezca quieto. Y cuando más convencidos estamos que no está en nosotros, entonces es probable que nuestra mirada haya perdido su agudeza y este vicio esté reinando en nuestros corazones.

“Fue por orgullo que el diablo se convirtió en diablo; el orgullo lleva a todos los demás vicios; es el completo estado de anti-Dios en la mente.” (Lewis, 1977)

El orgullo es en su esencia el placer de estar por encima de los demás, ya que nadie se siente orgulloso de alcanzar un estado similar a alguien más, sino, solo cuando se está por encima. La codicia, envidia, egoísmo, avaricia y otros males son resultado del orgullo. Son en sí mismo la expresión del íntimo deseo de estar por sobre los demás, querer ser mejores, tener más que otro, etc.
Este pecado es infundido por el mismo enemigo del alma en el corazón del hombre, pues si nos remontamos al Génesis vemos cuál fue la propuesta hecha para que el pecado entrara a morar en la humanidad:

“sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” Génesis 3:5 (RVR1960)

Una propuesta que eliminaba, en la mente del hombre, la idea de estar sujeto a la voluntad de alguien más. Si esto parece exagerado, entonces continuemos mirando a Amán.

El orgullo de Aman hasta ese momento había conseguido su primera victoria, pues era cosa de tiempo hasta que se concretara su plan y se llevase a cabo la exterminación de los judíos. Y eso nos hace pensar que él había de estar satisfecho y tranquilo.
Sin embargo, y tal como lo muestra el texto que encabeza este artículo, Amán deseaba solapadamente exhibir en su persona la honra que le correspondía al Rey.

Seguramente su orgullo fantaseaba con la idea de vestirse de la ropa real, llevar sobre su cabeza la corona del rey, montar el caballo de Asuero, y otro sinnúmero de privilegios (símbolos de grandeza, poder y autoridad). Y tenía tan alto concepto de sí mismo que cuando el rey lo mandó a llamar para preguntarle:

“¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí?” Ester 6:6 (RVR 1960)

No pensó en nadie más y su corazón lleno de orgullo lo llevó a su ruina. En sus pensamientos no había alguien más digno que él para recibir la honra.
El final de la historia es conocido por la gran mayoría del mundo cristiano y no cristiano. Amán, para vergüenza suya, tuvo que honrar al judío a quien tanto deseaba destruir, y fue humillado delante de toda la población que habitaba la capital del reino, aun frente a sus cercanos que tenían conocimiento de su malvado plan, teniendo que pasearlo en el caballo del rey, vestido del ropaje real y pregonando la honra del rey. Además, terminando su vida colgado en la horca que había construido para Mardoqueo.

Estimados lectores, la biblia nos advierte en numerosos pasajes diciendo:

“Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Mateo 23:12 (RVR1960)

Y, si alguno cree estar libre de esta tan grande mal, podemos encontrar en la palabra de Dios el pasaje en que los discípulos de Cristo se encuentran discutiendo entre sí acerca de quién sería el mayor en el reino de los cielos (Lc. 22: 24-26). Dándonos muestras de lo perverso que es el corazón influenciado por el orgullo.

Por tanto, es necesario advertir que el orgullo se disfraza de espiritualidad y el enemigo trata de engañarnos. Pues alguna vez nos podremos encontrar sintiendo algún grado de satisfacción por ser lo suficientemente humildes, buenos para orar, sumisos, serviciales, etc.
Es ahí cuando debemos detenernos y preguntarnos: ¿A quién estamos agradando? ¿Para quién estamos viviendo? ¿Quién está gobernando nuestra vida? Si la respuesta se centra en nosotros, entonces el orgullo está en el centro de nuestro corazón y no Dios.

El primer paso, y tal como lo recomienda C.S. Lewis, es:

“Si alguien desea adquirir la humildad, creo que puedo señalar el primer paso. Este primer paso es darse cuenta que uno es orgulloso.” (Lewis, 1977)

Quien se niegue a abandonar su orgullo, día tras día, no podrá mirar hacia arriba y recibir la voluntad de Dios con aceptación y agrado, porque siempre estará buscando su propio camino.

“mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.” Lucas 22:26 (RVR1960)

¡Que Dios nos bendiga!

 
Fuente: https://es.vecteezy.com

Referencias:

    sábado, 2 de mayo de 2020

    LA LETRA MATA, MAS EL ESPÍRITU VIVIFICA


    “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad (…)”
    Filipenses 2:3 (RVR 1960)

    Es una realidad el hecho de que a veces, lo que esperamos sea un buen resultado, se convierta en lo opuesto. El objeto de la predicación es dar vida, pero a veces mata y el predicador, inspirado o no por Dios, tiene las llaves del corazón y con ellas lo abre o lo cierra.
    Dios ha instituido la predicación para que la vida espiritual crezca y madure. Cuando se aplica debidamente, sus beneficios son inmensos; en caso contrario, sus resultados perjudiciales no tienen comparación.

    Estando investida de tan espléndidos atributos y expuesta a tan grandes males, encerrando tan graves responsabilidades, sería ingenuo pensar que Satanás no usaría sus hábiles influencias para adulterar al predicador y a su mensaje. En presencia de todo, cabe la pregunta de Pablo: "¿Y para estas cosas quién es suficiente?"

    El mismo Pablo contesta: "...el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.” 2 Co. 3:6 (RVR 1960)

    El verdadero ministro está influenciado, capacitado y formado por Dios. El Espíritu de Dios unge al predicador con poder, el fruto del Espíritu está en su corazón, el Espíritu de Dios vitaliza al hombre y a la Palabra; por lo que su predicación da vida. El predicador que da vida es un hombre de Dios, cuyo corazón tiene sed continua de Dios, cuya alma suspira constantemente por Dios y quien, por el poder del Espíritu Santo ha crucificado la carne y el mundo, y su ministerio es como la corriente generosa de un gran río.

    La predicación que mata es la predicación carente de espiritualidad. La habilidad del predicador en este caso no proviene de Dios, sino que otras fuentes no divinas le han dado su energía y estímulo. El Espíritu no se revela ni en el predicador ni en su predicación.

    La predicación que mata sólo se preocupa por la letra; está bien ordenada y presentada, pero no es más que la letra seca, hueca, vacía. Aunque la letra tenga la semilla de vida, le falta para brotar el aliento de vida. La predicación de la letra tiene la verdad, pero aun la verdad divina no tiene energía por sí sola para dar vida; necesita ser reforzada por el Espíritu, quien se apoya en toda la omnipotencia de Dios. La verdad que no está vivificado por el Espíritu de Dios mata tanto el error o aún más. Aunque sea la verdad pura, si carece del Espíritu, su contacto es mortal, su verdad error, su luz tinieblas. La predicación de la letra no tiene unción del Espíritu, por lo que no está madurada por él.

    Puede ser que haya sentimiento y entusiasmo, pero no es más que la emoción del actor, pues el predicador se siente encendido por sus propias chispas, elocuente en la presentación de su propia exposición y con afán de presentar lo que produce su propio cerebro; es la inteligencia y los nervios simulando la obra del Espíritu de Dios y de esta manera la letra brilla y flamea como un letrero iluminado simulando la obra del Espíritu de Dios, pero a pesar del resplandor hay tan poca vida como la de un campo sembrado de piedras. El elemento mortífero se esconde detrás las palabras, del sermón, de la ocasión, de los ademanes y de la acción.

    El gran obstáculo está en el predicador mismo: le falta el poder vivificante. Quizá no haya nada que decir de su ortodoxia, de su honradez, de su pureza, de su sinceridad; pero, por alguno que otro motivo, el hombre -el hombre interior-, en lo más íntimo de su corazón, no se ha quebrantado ni se ha rendido a Dios y, por lo tanto, su vida interior no es un camino real por donde puedan pasar el mensaje y el poder de Dios.

    En el lugar santísimo de su alma domina el yo y no Dios. En algún punto, inconsciente para el predicador, ha sido tocado su ser interior y ha sido cortada la inspiración divina. En su ser íntimo no ha sentido la bancarrota espiritual, su completa ineficacia; nunca ha sabido clamar con voces inefables de desesperación y desamparo hasta conseguir que el fuego y el poder de Dios entren en él y lo llenen, purifiquen y fortalezcan. La vanidad, la confianza propia en alguna forma perniciosa, han profanado el templo que debería estar consagrado a Dios. La predicación que da vida demanda mucho del predicador –la muerte del yo, la crucifixión del mundo, el sufrimiento del alma–.

    Sólo la predicación crucificada puede dar vida. Esta predicación sólo puede venir de un hombre crucificado.

     REFERENCIAS:
    - Todas las referencias bíblicas han sido tomadas de la versión Reina Valera 1960, consultadas online en la página web https://www.biblegateway.com
    - Basado en el cap. 2 del libro "El Poder de la Oración" de E. M. Bounds.

    viernes, 1 de mayo de 2020

    NUESTRA FE DEBE BRILLAR


    Y dijo David: Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel. 1 Cr 22:1. (RVR1960).

    En cierta oportunidad, me encontré con una video entrevista en la red (YouTube), que hablaba de uno de los pueblos ancestrales de nuestro país (Chile): los mapuches. En aquel video se destacaba la aguerrida y fiel lucha ofrecida frente al ejército español, tenía una gran explicación:

    “Tú vas a México y encuentras un arte grandioso en todas las pirámides de los mayas, o puedes ir al cuzco y sabemos nosotros que fue una ciudad grandiosa, que tienen entonces que mostrar los mapuches para mostrar que valen, entonces.” Gastón Soublette. (YouTube).

    No hay una explicación lógica o alguna evidencia histórica que demuestre la riqueza de tal pueblo, pero aun así dieron una lucha incansable que les llevó a la muerte a la mayoría de ellos. Sin embargo, “defendían el paraíso” explica el autor, una tierra dotada de bienes suficientes y una tranquilidad única, entre otras cosas a destacar. Ahora usted pensará qué tiene de importante esto, o qué valor al conocimiento cristiano se le puede encontrar. Nosotros somos un símil del pueblo de Dios: el pueblo de Israel. Tal pueblo también es mencionado por el entrevistado, manifestando palabras muy similares a las del pueblo mapuche. Si miramos hacia la historia y al Israel actual, no encontramos grandiosas obras de arte, tampoco grandes pirámides o no se habla de ciudades de renombre, pero si encontramos dos grandes y poderosas herencias que han trascendido a través de la historia, aquello que aguerridamente el pueblo de Dios también defendió y protegen hasta este tiempo:
    1.  La Palabra de Dios, que tenía (y tiene), la verdad sobre Jehová, el Dios que les había libertado de la esclavitud en Egipto y guió su camino hacia la libertad. Mt. 24:35.
    2.  El Santo Templo, que fue encomendado por el mismo Dios, como orden para allí realizar la adoración y servicio a Él. Sal 84:1-2.
    Si observamos las riquezas del pueblo de Israel, encontramos a un pueblo sin grandes ostentaciones, sin grandes construcciones ni menos tesoros escondidos o en sus manos, como mencionaba antes, pero traspasaron a nuestro tiempo dos grandes valores, dignos de destacar y mencionar.

    Es entendible entonces, de mejor manera las palabras del antropólogo citado, pero esto no es lo importante, sino lo importante es poder mirar esta característica del pueblo de Dios, que nunca bajo sus brazos en la defensa de su fe, y nunca negó su creencia, sino que lo más destacable, si hoy miramos Jerusalén, es aquella estructura majestuosa y nacida de la misma mente de Dios, el Templo, eso era importante, reconocible y digno de embellecer a cualquier costo.

    Ahora sabemos a la luz de la palabra de Dios, que el templo que realmente se debe embellecer, no es aquella estructura hecha por mano de hombres, sino el templo donde habita el Espíritu Santo de Dios:
    ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. 1 Co. 3:16-17. (RVR 1960).
    Debemos ocuparnos del templo, principalmente en la manera espiritual, de conservar, embellecer y cuidar, la habitación del Espíritu Santo, y debe haber en nosotros un deseo único y poderoso de estar siempre cuidando este lugar, para que el Espíritu Santo de Dios nos acompañe y guíe a toda verdad, como es la promesa entregada por nuestro señor Jesucristo:
    "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;" Jn 16: 13a. (RVR 1960).
    Por ello es importante poder ocuparnos de estar en comunión con Dios, para que haya en nosotros un vivir el evangelio y no solamente hablarlo de labios y/o llevar una vida religiosa, sino que en nosotros destaque la cualidad que podemos observar en el pueblo de Dios, resalte nuestra fe, nuestra creencia y nuestros actos sean la mayor defensa de esta ante aquellos detractores y/o no creyentes, y ellos puedan también ser alcanzados por esta verdad, como nosotros hemos sido alcanzados.

    Para terminar, los invito a reflexionar en el pueblo de Dios, que lucho incansablemente en defender su fe, su creencia, hasta lo más bajo en algunos casos, pero no decayó, hasta este tiempo, aun con errores, pero su fe permanece en aquel que les saco de la esclavitud para llevarles a la tierra prometida, preguntémonos nosotros ahora si no parecemos en algunos aspectos a ellos, siendo nosotros el pueblo adoptivo de Dios por medio de la gracia de Jesucristo, su Hijo.

    Reflexión:
    •        ¿Me ocupo en santificar el templo de Dios? ¿de buscar su presencia a diario?
    •        ¿Mis actos defiende más fuerte mi fe, que mis palabras?
    •        ¿Me avergüenzo, aunque sea un poco, de ser llamado hijo de Dios?
    •        ¿Brillan en mi mayormente características humanas y/o posesiones, que el carácter de Cristo en nosotros?
    Esta y muchas otras preguntas debemos hacernos a diario, para que nuestra búsqueda sea mayor y suficiente ante la presencia de Dios, porque no es solo llegar al templo físico, para adorar y buscarle, sino que allí donde nos encontremos, podamos alabar a nuestro Dios con todo nuestro corazón, como lo dijo el rey David, allí donde Dios hizo misericordia, allí se debe levantar altar a Jehová, esto, nuestro corazón.
    "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia." 1 Pe 2:9-10. (RVR 1960).



    Referencias:
    • Entrevista a Gaston Soublette, Parte III La cultura Mapuche. YouTube
    • Todas las citas bíblicas pertenecen a la Revisión Reina Valera 1960, consultadas en la página web https://www.biblegateway.com/.