TETELESTAI…
¡CONSUMADO ES!
El sacrificio perfecto realizado en bien de todos
nosotros, un acto de amor.
A través de la
historia el término “tetelestai” se ha usado en distintas circunstancias, pero
apuntando a un fin similar, este fin, indicar que algo ha finalizado con éxito
o se ha cumplido un objetivo.
El término “tetelestai”
es de origen griego y es usado en el nuevo testamento para definir una de las
frases que expresó nuestro Señor en el madero de cruz, específicamente la última
frase que se le oyó antes de expirar.
Era comúnmente
usado en distintas situaciones, se usaba mayormente y de manera más conocida en
el comercio de la época antigua, cuando una deuda quedaba pagada. Escritos sobre
estas deudas de la época muestran grabados sobre estos tratados de comercio, que
indican en letras grandes, ¡tetelestai!, queriendo decir, la deuda ya ha sido
pagada.
Ahora nosotros,
estimados hermanos, conocemos por la palabra de Dios, que somos acreedores de
una deuda inmensurable. Ésta deuda, arrastrada desde la caída de nuestro primer
padre, Adán, expresada en Romanos
3:24,
"por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios".
Es decir, esta deuda no nos permitía llegar a la presencia de Dios libremente. Nosotros
no teníamos esperanza, estábamos fuera de toda ley de Dios y esto lo sabe la
iglesia de Cristo; así como también sabemos que Jesucristo, el hijo de Dios, ha sido el
mediador de esta esperanza, como lo expresa Pablo a Timoteo:
1 Timoteo, 2:5 "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre."
Jesucristo, en
este camino, para llegar a ser nuestro mediador primero debió cumplir un propósito, y éste propósito fue nada más y nada menos que sufrir y morir por todos nosotros
y, en el paso final de este sufrimiento, previo a expirar quedó registrado
entre quienes tuvieron la labor de traspasar estos dichos y hechos de Jesús a
la Santa Biblia, que Él exclamó a gran voz ¡TELETESTAI!
Quedando así para la
posteridad y nuestro beneficio este gran regalo. ¡Ya todo está pagado! ¡Ya no
tienes deuda! ¡Ya puedes acercarte confiadamente a Dios! Ahora podemos ser
llamados Hijos de Dios, porque Cristo así lo afirmó y debemos creerlo con todo
nuestro corazón, para enfrentar este tiempo que nos queda pronto a su venida.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia,
para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Hebreos 4:16.
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