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viernes, 24 de abril de 2020

EL VALLE DE SOMBRA DE MUERTE



“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” 
Sal. 23:4 (RVR 1960) 


¿Sabías que el Valle de Sombra de Muerte existe y es un lugar situado al sur de Jericó?
Durante muchos años se creía que esta figura del “Valle de Sombra de Muerte” era simplemente un concepto alegórico utilizado por David para referirse a la muerte física. Sin embargo, hoy sabemos que existe entre Jericó y el Mar muerto, un desfiladero conocido como “El Valle de Sombra de Muerte”. 

Recientes investigaciones en las antiguas costumbres de los pastores judíos han demostrado, como afirma Wallace en su artículo publicado por la revista Reader’s Digest que los antiguos pastores judíos lo conocían y lo utilizaban para la trashumancia[1]

Se encuentra situado al sur de Jericó, en dirección al Mar Muerto y tiene unos 7 kilómetros y medio de largo. Sus paredes de roca alcanzan en algunos lugares los 500 metros de altura, y en algunas partes del camino tiene tan solo 2 o 3 metros de ancho. Hay recodos en los que el espacio útil es tan estrecho que las ovejas siquiera pueden darse la vuelta. Además, es extremadamente peligroso porque está lleno de hendiduras y barrancos internos. 

Las condiciones climáticas del país y la situación de los pastos en Palestina hacen necesaria la trashumancia, y esto obligaba, en tiempos de David, a la mayor parte de rebaños a tener que atravesar este valle por lo menos una vez al año. Durante el día es imposible cruzarlo debido al calor irresistible, de modo que hay que hacerlo o bien al despuntar el alba o al anochecer, y esto aumenta sustancialmente el peligro. 

Aunque no había ninguna ley establecida, parece ser que, debido a la falta de luz, existía el acuerdo verbal entre los pastores de que los rebaños debían atravesarlo en una dirección en las horas de la mañana y en la otra al atardecer. 

El pastor usaba con gran habilidad su cayado como herramienta persuasiva para forzar a las ovejas a caminar, a saltar las hendiduras y a evitar que se acercaran al precipicio; a pesar de ello, era fácil que una oveja resbalara y quedara colgada en una hendidura a dos o tres metros del camino. Cuando sucedía esto, el pastor, con su cayado, rodeaba el cuello de las ovejas grandes o el cuerpo de las pequeñas, y tiraba de ellas, levantándolas y ayudándolas a regresar al camino. 

Así es como, aparte de un lugar geográfico en específico, como ovejas también debemos atravesar el valle de sombra de muerte. A veces, con heridas y sangrando, pero con un Pastor amoroso que vela por nosotros. Aquél Pastor siempre vigila por Su rebaño, Su iglesia que camina hasta los verdes prados celestiales, en los cuales ya no habrá más necesidad de dolor, sino solo habrá paz y alegría por toda la eternidad. 

Cualquiera que sean nuestras pruebas, no dudemos que Aquél que nos ha llamado, es fiel y justo para llevar nuestras causas, echando nuestra ansiedad sobre Él, pues Él tiene cuidado de nosotros. 

Dios nos bendiga grandemente. 

–Adaptado de “El Salmo 23” de Charles Spurgeon. 

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[1] Pasar [el ganado y los pastores] desde los pastos de invierno a los de verano, y viceversa.

martes, 21 de abril de 2020

UNOS NIÑOS DE ALEMANIA


Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. Mt. 19:14. (RVR 1960).
El presente artículo contiene el relato de vida de niños que sirvieron en otro tiempo al Señor, llenos del Espíritu Santo. Historias dignas de compartir y leer en este tiempo de un, muy necesario, despertar en nuestras congregaciones. Artículo fue transcrito y adaptado de la revista "Fuego de Pentecostés".

HEINCITO
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Jn. 11:40. (RVR 1960).

En Mulheim-ruhr tuve una escuela dominical de cuatrocientos niños, que yo solo los enseñaba. Comenzamos con cantar coros e himnos por unos quince minutos, y con manos alzadas cantaban ¡Aleluyas! Después les daba una historia de la Biblia que estuviera al alcance de ellos. Los niños de cinco años eran de los más atentos. Uno de ellos interrumpía con frecuencia gritando ¡Aleluya! Era para mí un gozo tan grande enseñar a estos niños, porque era tan fácil para ellos creer en Dios y dar lugar a su Espíritu. Este niño Heincito era uno de ellos. 
Un día, en marzo, al término del invierno, su mamá prometió llevar a los niños para visitar a una tía, lo que era cosa grande para ellos, porque la tía les festejaba cuando la visitaban. Llegó el día prometido, pero todo nublado y nevando con temporal y viento. La mamá les dijo que era imposible ir en semejante temporal. Heincito dijo: 
"Voy a pedir al salvador que haga parar la nieve, y lo hará. ¿no lo cree usted mama?"
"Si hijito, hágalo" dijo la madre. 
El niño se hincó y dijo: "Salvador, por favor haga parar la nieve, Amén". Y sin más palabras se levantó y se ocupó con sus juegos, cantando coros, completamente confiado de que cesaría la nieve. Después de almuerzo dijo: "Ahora, mamá, arregle la guagua, porque es tiempo para ir a ver a la tía". "Pero hijito, ¿no ve como está nevando? Está como estaba esta mañana. No podemos ir con este tiempo". "Pero yo he pedido al Salvador que haga parar la nevazón y sé que lo hará". La madre sintió que no podía apagar la fe de su niñito, y así comenzó a arreglarse, pensando que, aunque tuvieren que ir en coche, tendría que ir. Así que se alistó y se prepararon para salir, y la mamá agarro unos paraguas. "¿Qué va a hacer con esos paraguas?" dijo el niño. "Mi hijito, ¿no ve como está nevando? Quiero llevarles a la tía, aunque nieva. Por supuesto, tenemos que llevar paraguas". "Pero, mamá, si yo he pedido al Salvador que haga parar la nieve, Él lo hará". Admirada de la fe del niño le dijo: "Bien, vaya usted adelante y yo lo seguiré con los demás". Heincito abrió la puerta y saliendo, dio un grito:
"¡Aleluya, la nieve ha cesado! Mire, mama ¡ha cesado!".
Y en verdad la nieve había cesado, y no nevó más hasta que llegaron donde la tía. Nevó mientras estaban allí, pero cesó otra vez antes que tuvieran que volver a casa.


LA LINA
"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego." Rm. 1:16. (RVR 1960).

Heincito tenía una hermana mayor de 11 años de edad que también era bautizada con el Espíritu Santo. Un día en la escuela la profesora le dijo: "Lina, he sabido que usted es una de aquellas que hablan en lenguas. Quiero oírle". La Lina bajo la cabeza y no dijo nada. La profesora la mandó otra vez, pero no dijo nada. Muy enojada, la profesora le dijo: "Si no quiere obedecerme y hablar en lenguas, le daré una mala nota en el libro. ¿Por qué no quiere usted hablar en lenguas?” Buscando ánimo para decirlo, la Lina le dijo inocentemente: "Porque el Señor Jesús nos dijo que no echáramos nuestras perlas delante de los puercos". La profesora se enfureció y dijo: "¿Así que me llama puerca? ¡Ahora le daré tres notas malas en el libro!". Esto era considerado como un castigo muy grande, porque una alumna no recibía más que una nota mala. La Lina lloro mucho por eso, y cuando todos salieron al recreo ella quedó en su asiento llorando. Pasando el principal por la sala, y viéndola llorar le preguntó por qué lloraba, y ella le contó que había pasado. Le tuvo mucha simpatía, pero cuando llegó al caso de las perlas ante los puercos, se rió mucho. Poniendo la mano sobre su cabeza, le dijo: "No llore más hijita: diré a la profesora que borre esas tres notas malas del libro. Vaya a jugar con las otras niñas". Así que el Señor ganó la victoria para la niña que tuvo la valentía de obedecerle.
y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Hch. 7:56. (RVR1960).
Tuve algunas reuniones especiales para los niños que habían recibido el bautismo con el Espíritu Santo, y no asistían ningunos otros. Había como treinta. Dios les había dado dones, y era muy notable oírlos profetizar y glorificar a Dios. Algunos veían al Señor Jesús. Cuando se suscitaba alguna dificultad oraban. Si alguno enfermaba, pedían al Señor sanidad y la respuesta venía. Una vez, al terminar la reunión, tres de los niños no se retiraron con los demás. Les dije una y otra vez que se fueran, pero no me hicieron caso y sus rostros eran como que no me atendían a mí, sino ocupados de otra cosa. Por tres cuartos de una hora, les llamé y les sacudí, procurando despertarlos, y por fin dije: "Oh, Señor Jesús, despiértalos; yo no puedo". En ese momento abrieron los ojos, y se me rieron, los tres. Les pregunté: "¿A dónde estaban?" Me respondieron: "En el cielo" "¿Que vieron allí?" Una de las niñas me dijo: "Oh, Jesús me tomó por la mano y anduvimos por el cielo y vimos las glorias, los arboles hermosos, el rió de la vida, los lindos castillos de oro, y la Nueva Jerusalén. Era muy lindo. Y Jesús me llamó por mi nombre". Creo que se había equivocado; me había oído llamar y creyó que era Jesús.


LA EMA
"Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios." Jn. 3:3. (RVR 1960).
Pasando por una ciudad en Prusia, un día tuvimos una reunión para niños. Pregunté cuántos de ellos habían sido salvados. La mayor parte eran salvos, pero la Ema Neuman, de doce años, no era convertida. Estábamos cantando un lindo himno, "Vive mi Jesús", y le dije a Ema: "Usted no tiene que decir que Jesús es su Jesús, porque usted no le ha dado su corazón". Los demás cantamos el himno una y otra vez con gozo. La Ema quedó callada. Al terminar, le dije: "¿No querría cantar este himno con nosotros?". "Si, querría". "Entonces tiene que entregar su corazón al Señor. ¿Quiere hacerlo ahora?" "Si quiero". Y allí nos pusimos a orar y la Ema se entregó al Señor. Confesó que había sido desobediente a su mamá, y allí prometió pedirle perdón. Fue realmente convertida al Señor.

En una ocasión, Ema fue enviada por su mamá a buscar unos gansitos detrás del pesebre, pero al llegar allí, no los podía hallar. Pero allí vio una brillante luz que casi le cegó. Pero al acostumbrarse a ella, vio parado delante de sí un fuerte ángel vestido de ropa larga y blanca, con cinturón de oro y zapato de oro. Sus alas parecían de lana fina y blanca. En tonos dulces el ángel le hablo diciendo: "Mi querida Ema, el Señor Jesús me ha mandado a decirte que Él le ama mucho, y que Él murió en la cruz del calvario por usted; que Él le ha redimido y le ha librado de toda la potestad del pecado, y que usted no debe pecar nunca más". El ángel, entonces se fue y ella le siguió con los ojos viéndole subir hasta que se perdió de vista en la nube. Por seis semanas sus ojos estaban enfermos; entonces yo vine y oré por ella y fue sanada.


LA GERTRUDIS
"Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa" Heb. 11:9. (RVR 1960).
En un suburbio de Berlín, un niñito enfermo de la membrana1 murió. No mucho después su hermanita, de cinco años de edad, enfermo del mismo mal. El padre era un borracho, pero la madre era una hija fiel a Dios. Cuando la madre vio que su hija estaba muriendo clamó en desesperación a Dios que no la llevara. Pero la niñita murió. A pesar de que había muerto la madre no cesó de orar, pero ahora comenzó a clamar a Dios que le devolviera su hijita. Después de como un cuarto de hora, la Gertrudis comenzó a respirar y se sentó en la cama diciendo: "Mamá estoy toda sana y quiero jugar con mi muñeca. Por favor pásamela mamá". La madre estaba asombrada, casi no pudiendo creer lo que veía. Comenzó a abrazar y a besar a la niñita, pero la Gertrudis rechazó sus caricias, diciendo: "Quiero levantarme y jugar con mi muñeca, y quiero comer, porque tengo mucha hambre". Por varios días no había podido comer. Cuando estaba vestida y había comido, comenzó a contar a su mama, lo que había visto. Dijo: "Mamá, cuando estaba tan enferma que ya no podía respirar, vino un ángel y me tomó en sus brazos y voló arriba al cielo, y yo miré abajo hacia la tierra y parecía tan sucia y barrosa que estaba muy alegre de dejar esta tierra barrosa. El ángel me mostró el castillo de Jesús. ¡Oh, era un castillo tan lindo de oro! Yo batía las manos y quería entrar en ese castillo. Pero otro ángel salió del castillo del Salvador y dijo a mi ángel: "El Salvador ha dicho que usted tiene que volver con esa niñita a su mamá, porque está llorando y pidiendo que vuelva". Entonces el ángel me trajo otra vez a la tierra barrosa". La Gertrudis entonces comenzó a llorar cubriendo su rostro con sus manitos, y dijo:
"Yo no quiero quedarme en esta tierra barrosa. Quiero ir otra vez al cielo, mamá".
La mama la abrazó llorando y dijo: "Oh, mi hijita, tu eres la única que tengo en la tierra. ¿No quieres quedarte conmigo para hacerme feliz?". A las pocas semanas vino el tiempo de la navidad y la mamá le preguntó qué era lo que deseaba de regalo. La Gertrudis no le respondió; parecía estar mirando a una cosa en la distancia. "¿Quieres una muñeca nueva?" "No", contestó la niña. "¿Quieres un vestido nuevo?" "No". "Bien, ¿qué es lo que quieres? ¿una bonita pelotita?" Mirando pensativamente a su mamá, dijo: "Quiero morir". La Gertrudis tiene ahora veinte años de edad y ella misma me contó estas cosas; y su mamá también me las contó. 


Mientras transcribía estas historias, me preguntaba a mí mismo: ¿Porque no vivo el evangelio, como los niños de estas historias? Probablemente usted se lo pregunte también y muchas veces la respuesta es "es que los tiempos han cambiado", o "es que antes era más fácil". Bueno estas respuestas son tan distantes de la realidad, como yo estoy probablemente de la presencia de Dios. Dios nos de su ayuda y podamos mirar este caminar como estos niños de Alemania, o como nuestro Señor Jesucristo nos lo indicó. 

Que Dios les bendiga.
"y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos." Mt. 18:3. (RVR 1960).



REFERENCIAS:
Fuego de Pentecostés N° 11 año 1928, Pag. 5 y 6, UNOS NIÑOS DE ALEMANIA, Revista Fuego de Pentecostés, Editorial Eben-Ezer. Vol. 904. Diciembre de 2004, pág. 16 y 17.

Todas las citas bíblicas pertenecen a la Revisión Reina Valera 1960, consultadas en la página web https://www.biblegateway.com/.

1.   1. Enfermedad específica, infecciosa y contagiosa, caracterizada por la formación de falsas membranas en las mucosas, comúnmente de la garganta, en la piel desnuda de epidermis y en toda suerte de heridas al descubierto, con síntomas generales de fiebre y postración. https://dle.rae.es/difteria.

lunes, 20 de abril de 2020

JESÚS: EL HIJO DEL CARPINTERO


Fuente: http://mvcweb.org

"¿No es este el hijo del carpintero?..." Mateo 13:55 (RVR1960)

La venida de Cristo significa un antes y un después en el escenario de la tierra, y bien sabemos los cristianos lo trascendente de esto. Sin embargo, a quienes era enviado, no le recibieron.

Ellos, el pueblo escogido de Dios, esperaban a alguien como Moisés, que por medio de grandes prodigios y milagros los rescató del yugo de esclavitud de los egipcios. Puede ser que esperaran a alguien de una talla similar a la de sus antiguos reyes, o alguno de sus jueces que les habían libertado en momentos de oprobio.

Demás está decir que esto no sucedió, pues El Hijo de Dios no vino como ellos pensaban.

Fue en medio de una modesta familia, sin mayor apariencia, donde vino a nacer la esperanza de toda la humanidad.
Sus predicaciones no estaban cargadas de ciencia, ni tampoco de razonamientos humanos, pero estaban llenas de sabiduría de Dios (Mateo 13:54).

Miremos en parte alguna de sus enseñanzas:

·       No os hagáis tesoros en la tierra… (Mateo 6:19)
·       Amad a vuestros enemigos... (Mateo 5:44)
·       No os afanéis por vuestra vida… (Mateo 6:25)

Se puede apreciar que ninguna de ellas podía causar simpatía en un pueblo que estaba viviendo bajo la opresión de un imperio.
Aquellos hombres solo deseaban que les fuera quitada la afrenta de esclavitud, sus corazones estaban llenos de orgullo y no perdían ocasión de enemistarse con su prójimo cuando sus propios intereses se veían amenazados.

Sus corazones nunca pudieron entender que Jesús había venido a librarlos de un enemigo mucho más mortífero: el pecado. Esos ojos enceguecidos nunca comprendieron que era Dios mismo quien se había despojado de toda su gloria para venir a predicar entre los hombres una enseñanza que puede hacer sabio al más sencillo de los hombres. Ellos solo veían al hijo de un carpintero, cuando era la plenitud de Dios que se movía entre ellos pregonando la enseñanza más sublime que jamás se ha escuchado.

La vida de Jesús causó tal controversia entre sus pares, tanto así, que su mismo pueblo lo entregó para ser crucificado, dando muestras del rechazo a todas y cada una de sus enseñanzas.

"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron."
Juan 1:11 (RVR 1960)

Hoy, el pecado continúa esclavizando a muchos hombres. No obstante, el mensaje de amor que fue rechazado, se hizo universal, llegando a alcanzar a todos quienes por medio de la fe se acercan a Cristo, el único con el poder de hacernos verdaderamente libres.

"Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos."  
2° Corintios 8:9 (RVR1960)

sábado, 18 de abril de 2020

JESÚS ORÓ POR NOSOTROS


“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.”Jn. 17:20 (RVR 1960)

Partamos de la premisa: ¿qué es la oración? Más allá de nuestra formación y creencia. Acá un par de definiciones que nos ayudan a tener una mirada objetiva del acto realizado por nuestro Señor.

Según la RAE, orar es dirigirse mentalmente o de palabra a una divinidad o a una persona sagrada, frecuentemente para hacerles una súplica1, por lo que la oración es el acto de orar.
Según el diccionario bíblico, la oración es el diálogo entre Dios y su pueblo, en especial con los miembros de su pacto2; por ende, podemos decir que Jesús tuvo un diálogo con su Padre, en el que elevó una súplica intercesora por sus discípulos de aquel tiempo y por nosotros en el ahora.

El ser llamados hijos de Dios nos ha hecho merecedores, primeramente, del regalo más valioso otorgado en la historia de la humanidad: el ser salvos por gracia. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” Ef. 2:8 (RVR1960)

Pero no solamente ello, sino innumerables muestras de amor, bondad y misericordia que han quedado plasmadas a través de la historia en las Sagradas Escrituras: “…con amor eterno te he amado…” (Jer. 31:3), “sus misericordias se renuevan cada mañana…” (Jer. 3:22-23); por ello, es muy conmovedor pensar en este pasaje de las Escrituras e imaginar a nuestro Señor Jesucristo orando por nosotros aun estando sobre la faz de la tierra, lo que nos lleva a considerar mucho más el amor que tuvo por nosotros. Muestra a un Jesucristo humanado, padeciendo, teniendo que soportar mucho más a causa de nosotros. Debemos siempre tener presente que Cristo se inmoló por nosotros, por nuestro pecado, maldad y miseria.

Ahora se puede ver en toda la extensión del capítulo 17 de Juan, una muestra de la relación de Jesús con Dios, la preocupación por sus discípulos, la preocupación por nosotros (militantes actuales) y su máximo deseo manifestado.

Vers. 1 al 5: “Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.”
Jesús nos manifiesta el carácter de su obra y como por medio de Él se glorifica el Padre y el Hijo (1). Menciona claramente el propósito de su venida: el dar vida eterna a toda la humanidad o más bien, a los cuales Él les dio, es decir, los que creyeron en Él (2) y que, por ende, conocen a Dios Padre, tienen vida eterna (3).
Menciona nuevamente que, a través de su obra, el nombre de Dios ha sido glorificado, ya que había cumplido hasta el momento, manifestando en todo Su vivir la voluntad del Padre (4).
Además, muestra un deseo particular y glorioso: el volver a la posición que tuvo antes que la tierra se formase, al lado de su Padre en los cielos. Sin duda un anhelo mayor que cualquier otro deseo (5). Vemos, entonces, un poco de la relación íntima con su padre, como una apertura a las peticiones siguientes que manifiesta en su oración.

Vers. 6: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.”
Reafirma el haber cumplido Su ministerio para con los hombres, aquellos que ya eran suyos y que el mismo Padre le había entregado para su administración y para pastorearles mientras estaba en la tierra. Éstos eran los que habían guardado la Palabra de Dios, transmitida a través de los dichos y obras de Jesucristo.

Vers. 7 y 8: “Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.”
Su naturaleza y la naturaleza de Su ministerio mostraban que provenían directamente del Padre y esto manifestó a sus seguidores: las palabras y obras eran un fiel reflejo de la inspiración de Dios. Esto permitió que pudieran conocerle en toda su expresión. Así lo manifestó Pedro en más de una oportunidad: “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Mt. 16:16 (RVR 1960). “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Jn. 6:18 (RVR 1960).

Simón y sus pares, que seguían a Jesús, en su mayoría mostraron haber conocido la naturaleza de Cristo; no porque Jesús manifestara recurrentemente que provenía del Padre, sino mediante la revelación divina. Es así como en este tiempo debemos conocer a Jesucristo, para que Sus palabras sean vida en nosotros.

Vers. 9 y 10: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.”
A pesar de que Su obra se completa en favor de todo el mundo (los que en Él crean), en esta petición hace una separación clara entre aquellos que creen y quienes no en su obra, haciendo nuevamente hincapié en que son del Padre y del Hijo y su obra es una imagen en ellos. Por lo tanto, ya poseían un porte divino por medio de la fe en Jesucristo. Al manifestar que el Padre y el Hijo son dueños de quienes han creído, revela la naturaleza y esencia de ambos, que son uno solo.

Vers. 11: “Y ya no estoy en el mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.”
El Señor manifiesta un deseo y una preocupación única respecto a la comunión que deben presentar los creyentes, la cual debe de ser similar a la de Cristo con su Padre; queriendo con ello que, en medio de la profesión de fe, mancomunadamente buscaran la verdad que es solo en Dios. ¡Alabado sea su nombre! Como manifiesta Su amor y desea que ese amor se transmita entre sus discípulos –ahora nosotros–, es un deseo que debe haber en nuestros corazones, porque de esa manera es manifestado al mundo que somos sus hijos. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Jn. 13:34-35 (RVR 1960)

Vers. 12: “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.”
Para los discípulos, el vivir con Cristo –mayor a la honra de tenerle–, era la protección que les entregaba de forma física, espiritual y familiar. Así fue y lo manifiesta Jesús en un sentido protector como de un padre para sus hijos. Ello les mantuvo en comunión y amor, excepto aquel que era de perdición, Judas.
Este es el amparo que ahora nosotros podemos palpar estando bajo la sombra del Omnipotente. Así lo expresa el salmista y es la misma protección a la que podemos acudir ahora nosotros. Pero para ello debemos creer al que envía la protección: “el que habita al abrigo del altísimo, morara bajo la sombra del omnipotente” Sal. 91:1 (RVR 1960)

Vers. 13: “Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.”
“Pero ahora voy a ti”. Había una explícita preocupación pues sabía que el ministerio había sido cumplido. Les había preparado lo suficiente y ahora debían practicar lo que les había enseñado.
En aquellas palabras había esperanza, y como fue citado anteriormente, eran “palabras de vida eterna”.

Vers. 14: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”
Solo en creer a las palabras de Jesucristo, los discípulos se hacían acreedores de muchos enemigos. Esto lo tenía claro el Señor, pero en el creer en Él, ya tenían esperanza. No eran de este mundo, tal como nosotros no somos de este mundo pues nuestra herencia es eterna en los cielos. Así lo dijo Cristo: “… voy pues a preparar lugar para vosotros” Jn. 14:2b (RVR 1960)

Vers. 15: No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.”
A pesar de la omnipotencia que tenía el Señor y pudiendo arrebatar junto con él a sus creyentes y así librarles automáticamente de todo el mal que podría sobrevenirles, sabía que un propósito en ellos debía cumplirse, y pide su protección. Pero, más que del mal físico que les vendría, es sin duda por el mal que podría afectar su fe, su convicción y dejarles en el camino (sabido es el fin de estos primeros hombres que vivieron y sufrieron el evangelio).
Muchas veces en un momento de gran euforia y de manifestación de Dios hacia nuestras vidas, quizás hemos pensado: “Dios pudiera llevarme en este momento, no sea que algo malo me pase y decaiga”, pero debemos cumplir el propósito de Dios en nosotros y seguir peleando la batalla de la fe, sabiendo que la protección y el amor de Dios está sobre nosotros. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Jn. 16:33 (RVR 1960)

Vers. 16: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”
Nuevamente manifiesta esta verdad ineludible: no somos de este mundo, sino más bien nuestra ciudadanía es en los cielos, como bien lo manifiesta el apóstol Pablo.

Vers. 17: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
En este versículo hay una afirmación que quizás es una de las más importantes esbozadas por nuestro Señor, en la que no solo resalta el poder propio de la Palabra de nuestro Dios, sino que hace una manifestación de la responsabilidad del hombre. ¿De qué forma? No hay forma de que la verdad de la Palabra pueda obrar en nosotros si no la escudriñamos; por lo tanto, para que haya santificación en nosotros debe haber una búsqueda explícita de la verdad misma. Para que tenga vida en nosotros, debemos esforzarnos en buscar la verdad escondida en el Santo Libro, y así alcanzar la revelación por medio de su Santo Espíritu. Y sabemos por medio de las palabras del apóstol Pablo, que la característica de santidad es fundamental para entrar en la herencia eterna que Dios nos ha prometido. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” He. 12:14 (RVR 1960)

Vers. 18: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.”
El ser llamados hijos de Dios, trae una responsabilidad implícita. Somos llamados. En ese momento los discípulos fueron enviados a llevar esta verdad. En un par de oportunidades les envía Jesús a predicar y a llevar el mensaje de vida a los necesitados, para que se cumpla la misión del evangelio por medio de Jesucristo.
Existe para nosotros un llamado similar ahora, que lo manifestó el mismo Jesús previo a su ascensión hacia los cielos: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado.” Mr. 15:16. (RVR 1960).

Un poco más abajo de estos mismos versículos, Jesús revela que éste no es un encargo vacío, sin sustento o sin respaldo; sino que manifiesta que su compañía sería con nosotros al ir en Su Nombre y para Su honra habría un respaldo. Es en este punto donde debemos marcar una diferencia: apartarnos de ir al mundo.
Samuel Vila, en uno de sus bosquejos, manifiesta como se debe actuar respecto a esto y el porqué de esta diferencia.3
1. El creyente no es del mundo (Jn. 17:16):
a) Tenemos un nacimiento cuyo origen no es el mundo (Lc. 1:35; Jn. 1:13).
b) Tenemos un Padre que no es del mundo (Jn. 5:18; Ro. 8:15).
c) Tenemos una experiencia que no es del mundo (Jn. 4:32; 1 Co. 11:9-10).
d) Tenemos un poder que no es del mundo (Jn. 16:32; Flp. 4:13).
e) Tenemos un hogar que no pertenece a este mundo (Jn. 14:3; 2 Co. 5:1–8).

2. El creyente es enviado al mundo (Jn. 17:18):
a) Hemos de revelar al Padre (Jn. 1:18; Ef. 5:1-2).
b) Hemos de buscar y salvar a los perdidos (Lc. 14:10; Mt. 28:19).

Finalmente, no podemos estar demasiado separados del mundo, ni tampoco acercamos mucho a él. Tenemos que acercarnos a Cristo por la fe y rendimos a Él y también acercarnos a nuestros semejantes para amarlos y ayudarlos.

Vers. 19: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.”
Jesucristo cumplió la ley no solo con la idea obligada de cumplirla, sino con la búsqueda de sentar un precedente hacia sus seguidores acerca de como ellos debían conducirse. Si Él podía cumplir la ley, sus discípulos podían apegarse a la verdad y seguir los mandamientos que Él mismo cumplió y estableció a través de sus obras y palabras. Jesús no exigía más de lo que Él mismo debía cumplir; en palabras simples, su ejemplo es un llamado para ser como Él, cumplir sus mandamientos y preceptos que están implícitos en Su Santa Palabra. “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Jn 14:23. (RVR 1960)

Vers. 20: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”
He aquí la prueba que se explica en el título de este artículo: Jesucristo oró por nosotros, estábamos en su mente: esta generación de creyentes que de alguna forma u otra le buscarían, aún con nuestros errores y dificultades, Cristo manifestó un interés por nuestra santificación, por nuestra estabilidad espiritual y porque alcanzáramos tan noble conocimiento, como es debido, a través de su santa palabra. ¡Bendito sea Su nombre!
Es aquí donde vienen a la memoria las palabras del salmista: “Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” Sal. 8:4 (RVR1960)
¿Quiénes somos nosotros, para ser considerado en tan alta estima? Por aquel Sublime, que solo merece nuestra honra y gloria. Él en todas estas cosas, solo magnifica el amor de nuestro Hacedor por nosotros.
Cuando vienen sobre nosotros flaquezas, debilidades u otro problema que se pueda asomar, recordemos que Cristo nos miró a la distancia desde mucho tiempo atrás, como hermanos y amigos por quienes preocuparse.

Vers. 21: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”
El Señor Jesús, queriendo que la comunión sea el pilar del conducir del cristiano tal como lo dijo sobre aquellos discípulos que le acompañaron, lo manifestó sobre nosotros en este tiempo, reconociendo que no hay otra forma sino solo en comunión, para que así sea manifiesta la esencia el Padre y del Hijo.
Debemos ser transmisores de aquello, tal como el Padre y el Hijo son uno, nosotros debemos trabajar mancomunadamente por la difusión de este evangelio en nuestro tiempo, mediante los medios que tenemos en nuestra mano. ¿Y si ya no podemos salir a la calle? Entonces, ¿cómo? Pues bien, allí en nuestros hogares, sobre nuestras familias, sobre nuestros vecinos, en nuestros trabajos, en una salida a comprar, en la locomoción colectiva, y en muchos lugares más, son los medios que tenemos disponibles para difundir la verdad de nuestro Dios.4

Vers. 22-26: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.”
Tomo acá estos últimos versículos para cerrar este tema. En general, lo que Cristo buscó transmitir a través de una oración tan sublime y llena de amor por nosotros, es una necesidad única de amor, comunión y humildad incomparable para que sea realmente difundido Su evangelio, no por palabras elaboradas que pudiéramos decir, sino sometiéndonos a la verdad de Su Palabra y actuando conforme ella nos pide.
Es la única forma en la cual podemos difundir de mejor manera esta verdad. Seguir Su ejemplo es la forma más práctica de hacerlo y poder transmitir esto que he. Sí, lo sé, es difícil y no hay nadie con altura moral suficiente que pudiese pararse a exigir esto en nuestro tiempo. Es por ello que debemos tomar una decisión voluntaria de cuál es el camino que quiero seguir: si el que no me permite avergonzar esta carne en frente de mis pares, o ese camino de humildad y búsqueda de santificación que Dios nos exige y que Jesucristo plasmó a través de esta hermosa oración por todos nosotros.
Es la única manera que tenemos disponible para acercarnos a Dios en nuestro tiempo. El tiempo de las ofrendas y sacrificios ya pasó; ahora estamos bajo la gracia obtenida por medio de Jesucristo y debemos someternos a la verdad que Él trazó es lo que nos queda.

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”Jn 14:6 (RVR 1960)

REFERENCIAS
Todas las citas bíblicas pertenecen a la Revisión Reina Valera 1960, consultadas en la página web https://www.biblegateway.com/.
1. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.3 en línea]. < https://dle.rae.es/orar> [16 – Abril – 2020].
2. DICCIONARIO BIBLICO. (2014). Diccionario Bíblico Ilustrado Holman, (Actualizado y aumentado).
3. Vila S., (2001). CRISTO, EL CREYENTE Y EL MUNDO, 1000 Bosquejos para Predicadores, Barcelona, España, Editorial Clie.
4. Vila S., (2001). ESCOGIDOS DE TODO PUEBLO Y NACIÓN, 1000 Bosquejos para Predicadores, Barcelona, España, Editorial Clie.

jueves, 16 de abril de 2020

LA BIBLIA CONTRA LAS TEORÍAS CREACIONISTAS: ¿SOMOS PARTE DE LA EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES?


“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.”
Colosenses 2:8

Comencemos aclarando que la idea de la «selección natural de las especies» o «teoría de la evolución», por la cual se cree que el hombre desciende de un ancestro de alguna familia de primates, requiere una cantidad similar o mayor de fe que la que se requiere para creer lo que nos enseñan las Sagradas Escrituras.

Ambas posiciones podrían describirse mejor como «filosofías respecto al origen de la vida» que como «teorías científicas», ya que aunque se crea que la Biblia dice lo correcto no podemos afirmar que sea un libro científico, y por su parte, en el caso de la teoría de la evolución, nunca se ha probado su veracidad científica y por eso se llama justamente «teoría».

De hecho, la teoría de la evolución incluso se contradice con algunas otras teorías científicas, como por ejemplo con la «segunda ley de la termodinámica1» que indica que si se deja todo en reposo, todo tiende a desordenarse cada vez más, y no a ordenarse y hacerse más complejo (todos alguna vez lo hemos visto y comprobado).

La teoría de la evolución también supone que los cambios o mutaciones son siempre beneficiosos, mientras que la observación de la naturaleza nos muestra que a veces no resulta así.
Por todo esto, siempre que se escucha hablar responsablemente de la teoría de la evolución se va a escuchar hablar de «eslabones perdidos» o de «misterios» todavía no resueltos. Por esto, volvemos a la afirmación inicial: ni la teoría de la evolución ni la de la creación especial por parte de Dios se pueden comprobar en un laboratorio. Las razones son que la creación especial ocurrió una vez y la evolución es demasiado lenta como para que se pueda observar.

¿Qué debemos responder, entonces, cuando nos pregunten sobre este tema? Dos posibles recomendaciones serían:
Primero: que la teoría de la evolución, en particular en lo que respecta al ser humano, nunca ha sido demostrada, y por lo tanto no es necesario afirmarla ni creerla como si fuera un hecho científico.
Y segundo, debemos tener muy en claro que la Biblia no es un libro primariamente de biología ni de antropología, por lo que debemos enfocarnos en lo que estamos bien seguros y que la Biblia destaca: Dios creó todas las cosas y las puso en orden para que funcionen. Y dentro de su creación estuvo el ser humano, a quién Dios creó para amarlo, y quién no puede ser feliz sin corresponderle a Dios.

Es por eso que quien no tiene una relación con el Creador tiene un vacío que no puede llenar con ninguna otra cosa que no sea Dios.

“Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.”
Isaías 45:18

1. Aquí se refiere a la entropía que ocurre en un sistema determinado, la cual, en términos muy generales, indica que todo sistema tiende al desorden y que a mayor desorden, posee mayores probabilidades de éxito de “supervivencia”.

REFERENCIAS
Todas las citas bíblicas han sido consultadas en el sitio web BibleGateway, disponible gratuitamente en https://www.biblegateway.com/
Leys, L. 101 Preguntas difíciles 101 respuestas directas. Editorial Vida, Miami FL. 2011., p. 23.


lunes, 13 de abril de 2020

ID Y HACED DISCÍPULOS

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Mt. 28:19-20. (RVR 1960).

El discipulado fue la principal herramienta que nuestro Señor Jesucristo utilizó para formar a sus principales seguidores. 
En su ejemplo de vida y en sus palabras, podemos notar varios aspectos de cómo se realiza esta práctica:
  • "Prediquen el evangelio" (Lc. 9:2)
  • "Confíen en Dios" (Lc. 9:10-17)
  • "Que reconozcan quien es El" (Lc. 9:18-20)
  • "Niéguense a sí mismo" (Lc. 9:23)
  • "Mayor es quien le recibe a Él(Lc. 9:46-48)
  • "Aquel que profesa el nombre de Dios, es como nosotros" (Lc. 9:49-50)
  • "Él amaba a todos, no vino a quitar la vida sino a darla" (Lc. 9:51-56)
  • "La demanda del discipulado: no mirar atrás" (Lc. 9:57-62)
  • "Que nos amemos unos a otros" (Jn. 13:35)

De esta manera, y en términos generales, es como debiéramos hacerlo nosotros; pero, más que esos puntos parciales de su mensaje, es Su ejemplo el que da la mayor lección. 

Pablo, fiel seguidor de Cristo, así lo planteó en su ministerio:
"Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo." 1 Cor. 11:1 (RVR 1960).
"Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros."Flp 3:17 (RVR 1960).

Y lo orientó hacia sus propios discípulos alentándoles periódicamente, puesto que a través de sus cartas, visitas y mensajes por distintos medios se preocupó de cada ámbito, principalmente de su crecimiento espiritual, siendo ejemplo de otros creyentes y que les alienten a ser de manera similar. Encontramos como ejemplos las rogativas hacia Tito y Timoteo:

TITO:
"presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros."Ti. 2:7-8. (RVR 1960).
TIMOTEO: 
"Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza."1 Tim 4:11-12. (RVR 1960).

Pablo, más que formar en buena manera a sus discípulos, se preocupaba de la reacción en cadena que se produciría en el futuro. Él esperaba que tal como el formo a sus discípulos -como ejemplo sustentado en Cristo-, ellos formaran a sus propios discípulos. El futuro fue preocupación importante de este varón de Dios y que así, la doctrina basal de Cristo no se distorsionara a causa de los hombres.

En cierto momento de mi vida cristiana, me cuestioné mi rol dentro de este caminar como miembro de una congregación. Me pregunte: ¿cómo aporto al evangelio sin una mayor responsabilidad visible (llámese cargo, honra, titulo o como usted desee llamarle)? 
Fueron estos encargos de Pablo, los que hicieron clic en mí corazón; y si bien, como decía, no tenía mayor honra en mi congregación ni tampoco la buscaba, ¿cómo podía aplicar el llamado que hacía el Apóstol, a mi realidad en ese momento? 

Puedo decir que vino la claridad a mí, no como una revelación divina como muchas veces se intentan justificar muchas cosas, sino con el poder propio de la Palabra de Dios y por medio de su Espíritu Santo, los cuales redarguyen el alma y el corazón el hombre. Provocaron en mí el llamado innato que debe tener cada cristiano que ha sido transformado por la gracia revelada de parte de Cristo.

Pero, ¿a quién le soy ejemplo? y, ¿a quién enseño?
Hay en nuestras congregaciones hermanos y hermanas que siempre participan de un muy bajo perfil, o que están recién llegando, o que son jóvenes en formación; es a ellos a los que debemos presentarnos como EJEMPLO

¿En que maneras? Ofreciendo nuestra disposición en responder sus dudas, en dar consejos sobre cuestiones basales del caminar del cristiano; y es en estas circunstancias en las que resuena una frase recurrente en todos nosotros: “todos pasamos por lo mismo”. Si todos pasamos por las mismas circunstancias, nosotros ya tenemos la experiencia, por ende, desde allí podemos apoyar y formar a otro hermano, haciéndolo mayormente con nuestro ejemplo a que con nuestras palabras; estar ahí para responder las dudas y necesidades espirituales que pueden surgir. Además, tal como miramos a nuestros pastores o líderes, hay quienes están mirando nuestro caminar como alguien a quien imitar, por lo tanto, nos cabe la misma responsabilidad que a nuestros formadores.

Esto es, en definitiva, lo que indica Cristo cuando nos invita a “ir y hacer discípulos”. Nos insta a preocuparnos por la simiente que estamos difundiendo, pensando en quienes vienen tras nosotros: no mirando su caminar como jueces o examinadores, sino como formadores y apoyo fundamental sobre el caminar de ellos. Todo esto para que la fe no sea mancillada, lo cual fue preocupación de  nuestro Señor Jesucristo, de Pablo y sus contemporáneos hasta nuestros días. 

Preocupémonos por quienes militan junto a nosotros; y esto no lo digo desde una altura moral, sino como un militante en formación y necesitado aún mas de Cristo que muchos otros en mi congregación.

Dios nos de la fuerza y el ánimo, apoyándonos en su promesa del versículo que corona este artículo en las palabras de nuestro Salvador:

"Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mt. 28:20 (RVR 1960).




REFERENCIAS
Todas las citas bíblicas pertenecen a la Revisión Reina Valera 1960, consultadas en la página web https://www.biblegateway.com/.

domingo, 12 de abril de 2020

HISTORIA DE HIMNOS: A LA HORA NONA


A LA HORA NONA
Letra por: Carmelo Erdozáin (adapt.)
Música por: Luis Alberto Campos

Las Sagradas Escrituras nos cuentan que Jesucristo padeció y murió en la cruz del monte Calvario cerca de la hora novena (Mt. 27:45-46), momento en el cual exclama su rogativa: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?1. El horario en el cual nuestro Señor murió en tal sacrificio no es al azar, pues todo fue hecho para que se cumpliesen las antiguas profecías, confirmando que Él es el Cristo, el Mesías prometido.

En la antigüedad, específicamente en los tiempos de Moisés y la esclavitud del pueblo de Israel bajo el imperio egipcio, Jehová ordenó realizar la Pascua, una ceremonia en la cual permitiría realizar una señal de protección en cada hogar judío, así como de alimentar al pueblo para lo que sería un raudo escape de manos de Faraón y sus ejércitos. Aquel cordero que debía ser sacrificado, debía hacerse entre las dos tardes del día catorce del mes (Éx. 12:6, Lev. 23:5).

Nuestro horario (romano) es distinto al horario judío. El día de 24 horas en la Biblia comienza cuando se esconde el sol, más menos a las 6 de la tarde (Gén. 1:5). Este día está dividido en 12 horas del “día” y 12 horas de la “noche“.

La hora primera del “día” para los judíos corresponde a las 06:00 en nuestro reloj, de manera que la hora novena del día corresponde a las 15:00 hrs. Jesús entonces murió en la cruz cerca de las 15:00 hrs. Pero lo más importante es el significado profético de esta hora específica en la Biblia, pues entendemos que la primera tarde judía era de la hora sexta a la novena (12:00 a 15:00 hrs.), y la segunda era desde la hora novena a la duodécima (15:00 a 18:00 hrs.)

Jesús es el Cordero de Dios (Jn. 1:36) y la razón es porque Jesús vino a morir tal como aquellos corderos que eran sacrificados en la Pascua, para que todo se cumpliera. El Cordero de Dios debía morir entre las dos tardes, es decir, a la hora novena, pues la muerte de aquellos corderos representaban a aquel Cordero perfecto que un día vendría a morir y ofrecer su sangre para el mundo entero.

Otras referencias a la hora novena, son la conversión de Cornelio (Hch. 10:30) y la curación del cojo por Pedro y Juan cuando se dirigían a la oración (Hch. 3:1).

La obra musical de Luis Alberto Campos (España, 1964), es un motete2 para viernes santo, creado en 1977 para cuatro voces mixtas, que según su propio autor refiere lo siguiente:

“[Corresponde a una] Canción con estribillo y estrofas, fruto de una larga noche de trabajo. Muy adecuado para el Viernes Santo. Es una obra tan sencilla como sincera, que requiere ser cantada con más corazón que voz y que –intuyo- llegará a ser mi obra más cantada; de hecho, me consta que ya la interpretan muchos coros en España y América.”3



LETRA
CORO: A la hora nona,
De soledad e ingratitud,
Envuelto en dolor, por nuestro amor,
Sobre una cruz murió el Señor.

Planearon Su muerte en silencio,
Asustaron al pueblo con gritos
Y en un leño colgaron Su cuerpo
Entre un par de criminales.

Suena ya la hora nona en la tierra,
Es la hora del hambre y la muerte,
Es la hora del odio y la guerra,
Cuando falta el amor.

A la hora nona.

REFERENCIAS
1. Del arameo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
2. Breve composición musical para cantar en las iglesias, que regularmente se forma sobre algunas palabras de la Escritura.
3. Universidad de Málaga. Catálogo de Luis Alberto Campos. Consultado el 12/04/2020. Disponible online en https://www.uma.es/victoria/lac/catalogo.html.
La hora novena. La hora novena en la Biblia. Consultado el 12/04/2020. Disponible online en https://lahoranovena.wordpress.com/2017/08/16/la-hora-novena-en-la-biblia/.


sábado, 11 de abril de 2020

CONOCIENDO GRANDES HOMBRES DE DIOS: JOHN WESLEY


JOHN WESLEY
"Un tizón arrebatado del infierno"
1703-1791


Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wesley.htm

Es muy difícil contar algo de la vida de Wesley sin contextualizar la época en que nació y la condición en que se encontraba Inglaterra, pues solo de esa forma se podrá entender el propósito con que Dios lo trajo a este mundo y el increíble impacto que generaron sus palabras y, aún más, su conducta en la sociedad de esos días, llevando frutos hasta hoy.

Dorothy Bullon en su libro El avivamiento que cambio un país, grafica en alguna medida la realidad que envolvía a la sociedad en la cual nació y creció Wesley.
“Corre el año 1730 y quiero que me acompañen en una visita a Londres, la histórica capital de la Gran Bretaña… Caminamos brevemente por el barrio de St. Giles, en el centro de la ciudad de Londres. De cada 5 casas una es una cantinela donde se vende aguardiente, además de ser centros de prostitución, peleas callejeras, y degradación de todo tipo. ¿Porqué es que Inglaterra ha llegado a un estado nacional de borrachera? Durante las últimas décadas del siglo XVII, el gobierno había animado la industria licorera nacional para impedir la compra de productos franceses. Esto resultó ser un negocio jugoso para algunos y trajo miseria y devastación social y moral a una buena parte de la población. Fortunas inmensas fueron creadas en las fábricas de licor para algunos, mientras que los pobres adictos en miles de sucias cantinas compraban su 'copa de maldición' por un penique. Tal es el caso de Judith Dufour, que estranguló a su niño, lo desnudó, y botó el cadáver en un riachuelo, vendió la ropa por un chelín y cuatro peniques, y se fue y gastó el dinero en aguardiente.”
“La mortalidad infantil en esta época fue espantosa. Las estadísticas londinenses de mortalidad infantil para la fecha, demuestran que, de cada cuatro niños de cualquier clase social, tres murieron antes de cumplir cinco años de edad… Según un magistrado de Londres más de cien mil personas en la ciudad vivieron solamente de licor. ¿Qué chance de sobrevivir tenían los niños concebidos en estados de embriaguez, lactados por madres borrachas?”
¿Será acaso que Dios es malo, que permite tanta violencia, distorsión, miseria y otras tantas atrocidades, que triste y lamentablemente alcanzan con sus consecuencias a los más inocentes y desprotegidos?, o ¿Es el hombre en su afán de perseguir sus propios instintos, intereses y deseos, quien se embarca en una triste y alocada carrera hacia la perdición cerrando sus oídos a la voz de Dios?

Me permito estas palabras porque creo en un Dios de propósitos, quien escoge y capacita a hombres y mujeres en todas partes del mundo, sin importar su condición social, económica y física; y los alza en medio de pueblos y naciones para anunciar Su palabra e invitar a la humanidad a volverse a Él.

Años antes, el 17 de junio de 1703 en Epworth, Inglaterra, en el seno de una familia anglicana nace John Wesley, cuyos padres Samuel Wesley y Susanna Annesley presidian la congregación de esa localidad; convirtiéndose en el decimoquinto de los diecinueve hijos del matrimonio, de los cuales 9 murieron a una corta edad.

Es tan importante el rol de Susanna en la vida de John Wesley, que muchos la apuntan como la madre del metodismo, ya que desde temprana edad instruyó a sus hijos estrictamente en las Sagradas Escrituras.

Orlando Boyer en su libro Biografías de Grandes Cristianos, destaca:
Susana marcaba el quinto cumpleaños de cada hijo como el día en que debían aprender el alfabeto, y todos, con excepción de dos, cumplieron la tarea en el tiempo señalado. Al siguiente día en que el niño cumplía los cinco años y aprendía el alfabeto, empezaba su curso de lectura, iniciándose con el primer versículo de la Biblia.” 
Dejando a la vista, la férrea instrucción recibida por Wesley.

Cuando solo tenía la edad de 6 años, un incendio durante la madrugada consumió toda la casa de sus padres, quedando grabado este acontecimiento que pudo acabar con su vida debido a que fue olvidado mientras dormía y no pudo ser rescatado inmediatamente. Tras inútiles esfuerzos por ingresar al dormitorio del niño, sus padres se postraron en oración fuera de la casa a la espera de la divina providencia, permitiendo Dios que tres varones, uno sobre los hombros del otro, pudieran rescatarlo por una de las ventanas de la vivienda en llamas.
“Después del espectacular salvamento de Juan del incendio, su madre, profundamente convencida de que Dios tenía grandes planes para su hijo, resolvió firmemente educarlo para servir y ser útil en la obra de Cristo. Susana escribió estas palabras en sus meditaciones particulares: Señor, me esforzaré más definidamente por este niño al cual salvaste tan misericordiosamente. Procuraré transmitirle fielmente, para que se graben en su corazón, los principios de tu religión y virtud. Señor, concédeme la gracia necesaria para realizar este propósito sincera y sabiamente, y bendice mis esfuerzos coronándolos con el éxito.” 
Siendo precisamente esa instrucción la que lo mantuvo firme en sus valores adquiridos durante su infancia, aun cuando tuvo que abandonar su hogar antes de cumplir los once años para ir a estudiar a la escuela de Londres.
“Después de estudiar durante seis años en la escuela, Wesley fue a estudiar en Oxford, y llegó a dominar el latín, griego, hebreo y francés…” 
Fue durante esa etapa de su vida donde cultivo y fortaleció los hábitos que le acompañaron por el resto de su vida
“Junto a un pequeño grupo de estudiantes acostumbraba reunirse allí diariamente para orar y estudiar las Escrituras juntos; además, ayunaban los miércoles y viernes, visitaban a los enfermos y a los encarcelados, y consolaban a los criminales en la hora de su ejecución. Todas las mañanas y todas las noches cada uno de ellos pasaba una hora apartado, orando solo. Durante las oraciones se detenían de vez en cuando para observar si oraban con el debido fervor. Siempre oraban al entrar y al salir de los cultos de la iglesia. Más tarde, tres de los miembros de ese grupo llegaron a ser famosos entre los creyentes: John Wesley, su hermano Charles Wesley y George Whitefield.”
Sin embargo, su conversión no vino impulsada sino por su viaje como misionero a las colonias inglesas en Norteamérica, hoy Estados Unidos, llegando a decir:
"Hace casi dos años y cuatro meses que dejé mi tierra natal para ir a predicar a Cristo a los indios de Georgia; pero ¿qué llegué a saber? Vine a saber lo que menos me esperaba: que yo que fui a América para convertir a otros, nunca me había convertido a Dios."
Fue desde ese momento, y tras su regreso a Inglaterra, que abrazó el evangelio de Cristo, trabajando fervientemente en el discipulado de las almas que eran convertidas durante el gran avivamiento; formando grandes organizaciones para el crecimiento espiritual de los creyentes bajo el convencimiento que, si el creyente no daba su vida totalmente en consagración a Dios y en amor a su prójimo, su fe podría llegar a enfriarse y el peligro de regresar al mundo era una realidad constante, declarando lo siguiente:
Estoy más convencido que nunca que predicar como un Apóstol sin juntar los que han sido despertados, y sin entrenarlos en los caminos de Dios, es nada más que engendrar hijos para el diablo”, 
impidiendo de esta forma que el avivamiento fuera solo un hito más en la vida de la iglesia, tomando la gran labor de ministrar la Palabra y procurar el crecimiento de los nuevos creyentes.

Wesley profesó un evangelio apegado a las Escrituras, recibiendo el apodo de “hombre de un solo libro” por el hecho de que sus sermones eran de contenido únicamente escritural. También se destacan en su vida la constante labor social que desempeñó durante su ministerio, visitando a los presos e intercediendo por sus derechos, rechazando públicamente el comercio de esclavos ーque era frecuente en esos añosー, formando escuelas para enseñar a leer a los niños, etc.

Este gran hombre de Dios predicó 500 sermones anuales durante 50 años, tanto que al momento de su muerte, se estima que Wesley había viajado 250.000 millas predicando en 40.000 reuniones y vio 140.000 personas entrar en la membresía de la iglesia metodista.

Su vida se puede resumir en su hábito de oración constante, el discipulado y en el centro de sus mensajes:
“El evangelio de Cristo no conoce ninguna religión que no sea social, ninguna santidad que no sea santidad social. Este mandato tenemos de Cristo, el que ama a Dios ama a su hermano también.”
El Profeta de Inglaterra, como era nombrado por algunos, murió un 2 de marzo de 1791 a la edad de 87 años, siendo reconocido como el hombre que despertó la conciencia de una nación, llegando grandes hombre de la época a decir que:
"Ninguna persona influenció tantas mentes, ninguna voz tocó tantos corazones, ningún otro hombre dedicó así su vida para Inglaterra."  
“Juan Wesley nació y se crió en un hogar donde no había abundancia de pan. Con la venta de los libros que escribió, ganó una fortuna con la cual contribuía a la causa de Cristo; al fallecer, dejó en el mundo: dos cucharas, una tetera de plata, un abrigo viejo y decenas de millares de almas, salvadas en una época de tétrica decadencia espiritual. La tea que fue arrebatada del fuego en Epworth, comenzó a arder intensamente en Aldersgate y Fetter Lañe, y desde entonces continúa iluminando millones de almas en el mundo entero.”

REFERENCIAS:

Basado en:
  • "Biografías" de Boyer O. S., (1983). John Wesley, Biografías de Grandes Cristianos. Deerfield, Florida, Editorial Vida. 
  • Bullon Dorothy. El avivamiento que cambio un país. Barcelona: Editorial CLIE 1998.