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sábado, 11 de abril de 2020

CONOCIENDO GRANDES HOMBRES DE DIOS: JOHN WESLEY


JOHN WESLEY
"Un tizón arrebatado del infierno"
1703-1791


Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wesley.htm

Es muy difícil contar algo de la vida de Wesley sin contextualizar la época en que nació y la condición en que se encontraba Inglaterra, pues solo de esa forma se podrá entender el propósito con que Dios lo trajo a este mundo y el increíble impacto que generaron sus palabras y, aún más, su conducta en la sociedad de esos días, llevando frutos hasta hoy.

Dorothy Bullon en su libro El avivamiento que cambio un país, grafica en alguna medida la realidad que envolvía a la sociedad en la cual nació y creció Wesley.
“Corre el año 1730 y quiero que me acompañen en una visita a Londres, la histórica capital de la Gran Bretaña… Caminamos brevemente por el barrio de St. Giles, en el centro de la ciudad de Londres. De cada 5 casas una es una cantinela donde se vende aguardiente, además de ser centros de prostitución, peleas callejeras, y degradación de todo tipo. ¿Porqué es que Inglaterra ha llegado a un estado nacional de borrachera? Durante las últimas décadas del siglo XVII, el gobierno había animado la industria licorera nacional para impedir la compra de productos franceses. Esto resultó ser un negocio jugoso para algunos y trajo miseria y devastación social y moral a una buena parte de la población. Fortunas inmensas fueron creadas en las fábricas de licor para algunos, mientras que los pobres adictos en miles de sucias cantinas compraban su 'copa de maldición' por un penique. Tal es el caso de Judith Dufour, que estranguló a su niño, lo desnudó, y botó el cadáver en un riachuelo, vendió la ropa por un chelín y cuatro peniques, y se fue y gastó el dinero en aguardiente.”
“La mortalidad infantil en esta época fue espantosa. Las estadísticas londinenses de mortalidad infantil para la fecha, demuestran que, de cada cuatro niños de cualquier clase social, tres murieron antes de cumplir cinco años de edad… Según un magistrado de Londres más de cien mil personas en la ciudad vivieron solamente de licor. ¿Qué chance de sobrevivir tenían los niños concebidos en estados de embriaguez, lactados por madres borrachas?”
¿Será acaso que Dios es malo, que permite tanta violencia, distorsión, miseria y otras tantas atrocidades, que triste y lamentablemente alcanzan con sus consecuencias a los más inocentes y desprotegidos?, o ¿Es el hombre en su afán de perseguir sus propios instintos, intereses y deseos, quien se embarca en una triste y alocada carrera hacia la perdición cerrando sus oídos a la voz de Dios?

Me permito estas palabras porque creo en un Dios de propósitos, quien escoge y capacita a hombres y mujeres en todas partes del mundo, sin importar su condición social, económica y física; y los alza en medio de pueblos y naciones para anunciar Su palabra e invitar a la humanidad a volverse a Él.

Años antes, el 17 de junio de 1703 en Epworth, Inglaterra, en el seno de una familia anglicana nace John Wesley, cuyos padres Samuel Wesley y Susanna Annesley presidian la congregación de esa localidad; convirtiéndose en el decimoquinto de los diecinueve hijos del matrimonio, de los cuales 9 murieron a una corta edad.

Es tan importante el rol de Susanna en la vida de John Wesley, que muchos la apuntan como la madre del metodismo, ya que desde temprana edad instruyó a sus hijos estrictamente en las Sagradas Escrituras.

Orlando Boyer en su libro Biografías de Grandes Cristianos, destaca:
Susana marcaba el quinto cumpleaños de cada hijo como el día en que debían aprender el alfabeto, y todos, con excepción de dos, cumplieron la tarea en el tiempo señalado. Al siguiente día en que el niño cumplía los cinco años y aprendía el alfabeto, empezaba su curso de lectura, iniciándose con el primer versículo de la Biblia.” 
Dejando a la vista, la férrea instrucción recibida por Wesley.

Cuando solo tenía la edad de 6 años, un incendio durante la madrugada consumió toda la casa de sus padres, quedando grabado este acontecimiento que pudo acabar con su vida debido a que fue olvidado mientras dormía y no pudo ser rescatado inmediatamente. Tras inútiles esfuerzos por ingresar al dormitorio del niño, sus padres se postraron en oración fuera de la casa a la espera de la divina providencia, permitiendo Dios que tres varones, uno sobre los hombros del otro, pudieran rescatarlo por una de las ventanas de la vivienda en llamas.
“Después del espectacular salvamento de Juan del incendio, su madre, profundamente convencida de que Dios tenía grandes planes para su hijo, resolvió firmemente educarlo para servir y ser útil en la obra de Cristo. Susana escribió estas palabras en sus meditaciones particulares: Señor, me esforzaré más definidamente por este niño al cual salvaste tan misericordiosamente. Procuraré transmitirle fielmente, para que se graben en su corazón, los principios de tu religión y virtud. Señor, concédeme la gracia necesaria para realizar este propósito sincera y sabiamente, y bendice mis esfuerzos coronándolos con el éxito.” 
Siendo precisamente esa instrucción la que lo mantuvo firme en sus valores adquiridos durante su infancia, aun cuando tuvo que abandonar su hogar antes de cumplir los once años para ir a estudiar a la escuela de Londres.
“Después de estudiar durante seis años en la escuela, Wesley fue a estudiar en Oxford, y llegó a dominar el latín, griego, hebreo y francés…” 
Fue durante esa etapa de su vida donde cultivo y fortaleció los hábitos que le acompañaron por el resto de su vida
“Junto a un pequeño grupo de estudiantes acostumbraba reunirse allí diariamente para orar y estudiar las Escrituras juntos; además, ayunaban los miércoles y viernes, visitaban a los enfermos y a los encarcelados, y consolaban a los criminales en la hora de su ejecución. Todas las mañanas y todas las noches cada uno de ellos pasaba una hora apartado, orando solo. Durante las oraciones se detenían de vez en cuando para observar si oraban con el debido fervor. Siempre oraban al entrar y al salir de los cultos de la iglesia. Más tarde, tres de los miembros de ese grupo llegaron a ser famosos entre los creyentes: John Wesley, su hermano Charles Wesley y George Whitefield.”
Sin embargo, su conversión no vino impulsada sino por su viaje como misionero a las colonias inglesas en Norteamérica, hoy Estados Unidos, llegando a decir:
"Hace casi dos años y cuatro meses que dejé mi tierra natal para ir a predicar a Cristo a los indios de Georgia; pero ¿qué llegué a saber? Vine a saber lo que menos me esperaba: que yo que fui a América para convertir a otros, nunca me había convertido a Dios."
Fue desde ese momento, y tras su regreso a Inglaterra, que abrazó el evangelio de Cristo, trabajando fervientemente en el discipulado de las almas que eran convertidas durante el gran avivamiento; formando grandes organizaciones para el crecimiento espiritual de los creyentes bajo el convencimiento que, si el creyente no daba su vida totalmente en consagración a Dios y en amor a su prójimo, su fe podría llegar a enfriarse y el peligro de regresar al mundo era una realidad constante, declarando lo siguiente:
Estoy más convencido que nunca que predicar como un Apóstol sin juntar los que han sido despertados, y sin entrenarlos en los caminos de Dios, es nada más que engendrar hijos para el diablo”, 
impidiendo de esta forma que el avivamiento fuera solo un hito más en la vida de la iglesia, tomando la gran labor de ministrar la Palabra y procurar el crecimiento de los nuevos creyentes.

Wesley profesó un evangelio apegado a las Escrituras, recibiendo el apodo de “hombre de un solo libro” por el hecho de que sus sermones eran de contenido únicamente escritural. También se destacan en su vida la constante labor social que desempeñó durante su ministerio, visitando a los presos e intercediendo por sus derechos, rechazando públicamente el comercio de esclavos ーque era frecuente en esos añosー, formando escuelas para enseñar a leer a los niños, etc.

Este gran hombre de Dios predicó 500 sermones anuales durante 50 años, tanto que al momento de su muerte, se estima que Wesley había viajado 250.000 millas predicando en 40.000 reuniones y vio 140.000 personas entrar en la membresía de la iglesia metodista.

Su vida se puede resumir en su hábito de oración constante, el discipulado y en el centro de sus mensajes:
“El evangelio de Cristo no conoce ninguna religión que no sea social, ninguna santidad que no sea santidad social. Este mandato tenemos de Cristo, el que ama a Dios ama a su hermano también.”
El Profeta de Inglaterra, como era nombrado por algunos, murió un 2 de marzo de 1791 a la edad de 87 años, siendo reconocido como el hombre que despertó la conciencia de una nación, llegando grandes hombre de la época a decir que:
"Ninguna persona influenció tantas mentes, ninguna voz tocó tantos corazones, ningún otro hombre dedicó así su vida para Inglaterra."  
“Juan Wesley nació y se crió en un hogar donde no había abundancia de pan. Con la venta de los libros que escribió, ganó una fortuna con la cual contribuía a la causa de Cristo; al fallecer, dejó en el mundo: dos cucharas, una tetera de plata, un abrigo viejo y decenas de millares de almas, salvadas en una época de tétrica decadencia espiritual. La tea que fue arrebatada del fuego en Epworth, comenzó a arder intensamente en Aldersgate y Fetter Lañe, y desde entonces continúa iluminando millones de almas en el mundo entero.”

REFERENCIAS:

Basado en:
  • "Biografías" de Boyer O. S., (1983). John Wesley, Biografías de Grandes Cristianos. Deerfield, Florida, Editorial Vida. 
  • Bullon Dorothy. El avivamiento que cambio un país. Barcelona: Editorial CLIE 1998.



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