“Produjo, pues, la
tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da
fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.”
Gn. 1:12
Para el hombre
natural, es decir aquel que no ha nacido de nuevo, le es fácil emitir juicios
que atenten contra la naturaleza divina y soberana de Dios. Es por esto que
comúnmente escuchamos de sus labios, dichos desafortunados que analizándose en
profundidad, se denotan carentes de la naturaleza divina que es propia del Hijo
de Dios. Frases como “Dios no existe porque hay guerras” o “¿dónde está Dios
cuando las personas y niños se mueren de hambre?” solo nos llevan a pensar en
que aquellos no han degustado del verdadero favor de Dios y su entendimiento se
encuentra entenebrecido, pues no alcanzan a vislumbrar la luz que otorga la
revelación del Espíritu Santo en el corazón del hombre.
La Palabra del
Señor es una herramienta poderosísima para el cristiano, quien día a día tiene
que ver cómo se desvirtúan las verdades que nuestro Padre ha dejado estipuladas
en las Escrituras; y, es de extrema necesidad que cada día el cristiano se
nutra de éstas verdades, a fin de enfrentar con respeto, valentía y humildad
las enseñanzas que el Espíritu Santo nos revela.
Una de las
máximas indiscutibles es que Dios es justo y que, por consecuencia, el hombre
no lo es. Para responder a la mencionada pregunta: ¿Por qué hay hambre en el
mundo, si se supone que Dios es real? Debemos saber que Dios puso en Su
creación más que lo suficiente para sustentar con abundancia a todas las criaturas
que Él ideó en su mente divina.
Lamentablemente,
cuando el hombre decidió que quería ser independiente de Dios, no sólo se rompió
la armonía entre el hombre y Dios, sino que la caída también afectó la relación
del hombre con la naturaleza y con sus semejantes, las cuales son reflejo
divino.
En la época antigua,
para que a nadie le faltara alimento, el pueblo tenía instrucciones precisas
dentro de la Ley que el Señor les había dado acerca de cómo cultivar para
obtener mejores cosechas y también de cómo proceder para que no carecieran de
provisión los más necesitados.
“Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar.”Éx. 23:10-11 (RVR 1960)
“Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.”Lv. 23:22 (RVR 1960)
Luego, en la
iglesia primitiva y fieles a las consignas de amor al prójimo que les había
dejado nuestro Señor Jesús, los creyentes compartían todo lo que tenían de
manera que a ninguno le faltara nada.
“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.”Hch. 2:44-45 (RVR 1960)
“Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.”Hch. 4: 34-35 (RVR 1960)
Dios nos hizo
libres, es decir que nos da la libertad de elegir entre hacer las cosas bien de
acuerdo a las instrucciones que Él nos ha dado, o hacer las cosas según nuestras
propias inclinaciones y pasiones. Sin embargo, es innegable que la naturaleza
humana tiene una tendencia natural hacia el egoísmo y la avaricia.
La Palabra de
Dios nos dice que «raíz de todos los males es el amor al dinero» (1 Ti. 6:10)
y, precisamente, ahí está la respuesta.
Hay personas que,
por amor al dinero, acaparan infinitamente más de lo que necesitan, en lugar de
practicar la generosidad y el amor al prójimo tal como sería el anhelo de Dios,
generando un desbalance en todo lo que esto conlleva.
Bien puedes
decir: “es mi trabajo y mi esfuerzo, me lo merezco”; lo cual puede llegar a
entenderse, pero no es lo que Dios quiere de tu vida. Dios nos de la sabiduría
para administrar sabiamente todo lo que llega a nuestras manos.
“Cada uno según el
don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la
multiforme gracia de Dios.”
1 P. 4:10
REFERENCIAS
Leys, L. 101
Preguntas difíciles 101 respuestas directas. Editorial Vida, Miami FL. 2011.,
p. 23.
Todas las citas
bíblicas han sido consultadas en el sitio web BibleGateway, disponible
gratuitamente en https://www.biblegateway.com/
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