"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Mt. 28:19-20. (RVR 1960).
El discipulado fue la principal herramienta que nuestro Señor
Jesucristo utilizó para formar a sus principales seguidores.
En su ejemplo de
vida y en sus palabras, podemos notar varios aspectos de cómo se realiza esta
práctica:
- "Prediquen el evangelio" (Lc. 9:2)
- "Confíen en Dios" (Lc. 9:10-17)
- "Que reconozcan quien es El" (Lc. 9:18-20)
- "Niéguense a sí mismo" (Lc. 9:23)
- "Mayor es quien le recibe a Él" (Lc. 9:46-48)
- "Aquel que profesa el nombre de Dios, es como nosotros" (Lc. 9:49-50)
- "Él amaba a todos, no vino a quitar la vida sino a darla" (Lc. 9:51-56)
- "La demanda del discipulado: no mirar atrás" (Lc. 9:57-62)
- "Que nos amemos unos a otros" (Jn. 13:35)
De esta manera, y en términos generales, es como debiéramos
hacerlo nosotros; pero, más que esos puntos parciales de su mensaje, es Su ejemplo el
que da la mayor lección.
Pablo, fiel seguidor de Cristo, así lo planteó en su
ministerio:
"Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo." 1 Cor. 11:1 (RVR 1960).
"Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros."Flp 3:17 (RVR 1960).
Y lo orientó hacia sus propios discípulos alentándoles
periódicamente, puesto que a través de sus cartas, visitas y mensajes por distintos
medios se preocupó de cada ámbito, principalmente de su crecimiento
espiritual, siendo ejemplo de otros creyentes y que les alienten a ser de
manera similar. Encontramos como ejemplos las rogativas hacia Tito y Timoteo:
TITO:
"presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros."Ti. 2:7-8. (RVR 1960).TIMOTEO:
"Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza."1 Tim 4:11-12. (RVR 1960).
Pablo, más que formar en buena manera a sus discípulos, se
preocupaba de la reacción en cadena que se produciría en el futuro. Él esperaba
que tal como el formo a sus discípulos -como ejemplo sustentado en Cristo-, ellos formaran a sus propios discípulos. El futuro fue preocupación importante
de este varón de Dios y que así, la doctrina basal de Cristo no se distorsionara a
causa de los hombres.
En cierto momento de mi vida cristiana, me cuestioné mi rol dentro
de este caminar como miembro de una congregación. Me pregunte: ¿cómo aporto al
evangelio sin una mayor responsabilidad visible (llámese cargo, honra, titulo o como usted desee llamarle)?
Fueron estos encargos de Pablo, los que
hicieron clic en mí corazón; y si bien, como
decía, no tenía mayor honra en mi congregación ni tampoco la buscaba, ¿cómo
podía aplicar el llamado que hacía el Apóstol, a mi realidad en ese momento?
Puedo decir que vino la claridad a mí, no como una revelación divina como muchas
veces se intentan justificar muchas cosas, sino con el poder propio de la Palabra de Dios y por medio de su Espíritu Santo, los cuales redarguyen el alma y el
corazón el hombre. Provocaron en mí el llamado innato que debe tener cada
cristiano que ha sido transformado por la gracia revelada de parte de Cristo.
Pero, ¿a quién le soy
ejemplo? y, ¿a quién enseño?
Hay en nuestras congregaciones hermanos y hermanas que
siempre participan de un muy bajo perfil, o que están recién llegando, o que son jóvenes en
formación; es a ellos a los que debemos presentarnos como EJEMPLO.
¿En que maneras? Ofreciendo nuestra disposición en responder sus dudas, en dar consejos sobre cuestiones basales del caminar del cristiano; y es en estas circunstancias en las que resuena una
frase recurrente en todos nosotros: “todos
pasamos por lo mismo”. Si todos pasamos por las mismas circunstancias,
nosotros ya tenemos la experiencia, por ende, desde allí podemos apoyar y formar a
otro hermano, haciéndolo mayormente con nuestro ejemplo a que con nuestras
palabras; estar ahí para responder las dudas y necesidades espirituales que
pueden surgir. Además, tal como miramos a nuestros pastores o líderes,
hay quienes están mirando nuestro caminar como alguien a quien imitar, por
lo tanto, nos cabe la misma responsabilidad que a nuestros formadores.
Esto es, en definitiva, lo que indica Cristo cuando nos invita
a “ir
y hacer discípulos”. Nos insta a preocuparnos por la simiente que estamos difundiendo,
pensando en quienes vienen tras nosotros: no mirando su caminar como jueces o
examinadores, sino como formadores y apoyo fundamental sobre el caminar de
ellos. Todo esto para que la fe no sea mancillada, lo cual fue preocupación de nuestro Señor Jesucristo, de
Pablo y sus contemporáneos hasta nuestros días.
Preocupémonos por quienes militan junto a nosotros; y esto no
lo digo desde una altura moral, sino como un militante en formación y
necesitado aún mas de Cristo que muchos otros en mi congregación.
Dios nos de
la fuerza y el ánimo, apoyándonos en su promesa del versículo que corona este
artículo en las palabras de nuestro Salvador:
"Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mt. 28:20 (RVR 1960).
REFERENCIAS
Todas las citas bíblicas pertenecen a la Revisión Reina Valera 1960, consultadas en la página web https://www.biblegateway.com/.
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